El sector empresarial paraguayo debería cambiar el rumbo de su pensamiento con relación al ajuste salarial, sobre todo en las circunstancias actuales de crisis. Un congelamiento del salario mínimo o su inexpresivo reajuste, sólo pueden vaticinar más crisis. Sería bueno que consulten la experiencia de Corea que impulsó su economía por la vía del aumento del consumo interno con mejoramientos salariales.
El trabajador paraguayo no hace con su sueldo más que gastar. Tiene muy bajo índice de ahorro. Todo lo que recibe a fin de mes, lo gasta incluso antes de terminar el mes siguiente por lo que se ve obligado a pedir anticipos con lo que vive en enero, con el dinero que piensa ganar en febrero. Como se suele decir, vive por adelantado.
De un modo consuetudinario, el discurso de los gremios empresariales en vísperas del estudio de reajustes salariales es que los mismos son inflacionarios, benefician sólo a una parte de los trabajadores que ganan el sueldo mínimo y que ahora sitúan en el 20% de la masa laboral y que las empresas se ven obligadas a despedir gente para poder afrontar el mayor “gasto” en salarios.
No es toda la verdad porque un ajuste salarial también ayuda a dar una mejor dinámica a la economía porque aunque es cierto que produce inflación, la gente tiene dinero para gastar.
Esto quiere decir que el mismo dinero que pagan los empresarios, les retorna por la vía del consumo.
No va a ser frunciendo el consumo que se va a salir airoso sino que estimulando la capacidad de compra de la gente.
Es justamente la variable que desarrolló Corea para estimular el consumo interno. En estos días se anunció en Buenos Aires que el gobierno establece un plan financiero especial para estimular la compra del primer auto por parte de quienes aún no lo tienen y el propósito es precisamente contrarrestar la crisis que ya llegó y que es real.
Busca evitar los despidos en la industria automovilística y de ese modo plantea políticas parecidas en otras áreas.
En todo el mundo los gobiernos están aplicando grandes inversiones en ayudas a las empresas y les piden que retengan al personal.
Que echen mano a sus ganancias anteriores y que ayuden a minimizar el problema social que se avecina. Si las empresas privadas han sido las causantes de este terremoto no es justo que pidan auxilio del gobierno de un lado y del otro despidan personal.
No se puede mirar la problemática socioeconómica instalada con empresas simplemente haciendo números y buscando obtener los máximos beneficios posibles.
Planear éxitos de utilidad apretando al máximo el torniquete, suena cruel en estos tiempos. Es momento de apelar a un planteo más solidario, más ecuánime.
Ahora es cuando cobra dimensión enorme el planteo de que no pueden coexistir empresas exitosas en sociedades fracasadas y como lo ha señalado el sociólogo Bernardo Toro en un encuentro con empresarios paraguayos: nos va mejor a todos o a nadie.
Ciertamente, no es racional plantear un ajuste salarial del 25%. No es serio.
Sin embargo si los paraguayos hemos votado por el cambio, es momento de que el concepto deje de ser mera retórica.
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