Ni el Partido Colorado ni el Partido Liberal -agrupaciones históricas y tradicionales del país- tenían ni tienen un mensaje, una propuesta clara para los pobres en Paraguay. Siempre se han basado en discursos para tranquilizar a los sectores poderosos. Vino un ex obispo sin experiencia política a ganar las elecciones generales por 200 mil votos de diferencia con un discurso que atrajo a la base de la pirámide social paraguaya y ahora la consigna opositora es: Recortar presupuesto social del gobierno.
El objetivo es destruir el presupuesto social, reorientarlo para que sean los gobernadores de sus partidos políticos -la izquierda es insignificante- los que administren el gasto social y de ser posible nunca la Secreataría de Acción Social que depende directamente de Fernando Lugo.
La campaña electoral, Lugo la encaró con un discurso en el que hablaba de esperanzas para los pobres (entre 35% y 40% de la población nacional) y para el retorno de aquellos que sin horizontes en la economía paraguaya estaban emigrando a España y otros países.
La campaña caló hondo y ganó por amplio márgen para desesperación de los conservadores que tienen la mayoría parlamentaria.
Desesperación conservadora
Los conservadores hoy están desesperados ante la perspectiva de que un gobierno con propuestas de izquierda, cautive y sea económicamente exitoso y de ahí proviene la angustia y ansiedad por crear artificialmente condiciones -absolutamente inexistentes- para un juicio político que aparte al gobierno actual y devuelva a la derecha el control de poder político.
Hay una miopía egoista, una ceguera criminal en el procedimiento de plantear en base a falsedades la idea de que el presente es un gobierno que carece de credibilidad a fin de llevar a tambor batiente el procedimiento de pasar por encima de la decisión de las urnas.
La ciudadanía no va a tolerar el atropello y Aldo Zuccolillo de abc color, Alfredo Luis Jaeggli y Juan Carlos Galaverna -cabezas visibles del golpismo- deberán rendir cuentas.
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