Todo el crecimiento económico que produce el país es para un grupo de gente y se dan acontecimientos propios del feudalismo y no de una sociedad moderna. Paraguay está entre las 5 grandes potencias exportadoras mundiales de soja pero, en la contracara de esa “victoria”, figura que el 4% de los propietarios es dueño del 90% de las tierras. Un dato penoso que no nos puede enorgullecer ni mantenernos indiferentes, más aún porque los victoriosos empresarios se niegan a pagar impuestos justos.
En este contexto paraguayo tremendamente desigual e indigno, hay personas que bien pueden figurar en el ranking de los que más territorio privado atesoran en el mundo. Y se niegan a tributar.
Si uno se para en medio de muchas plantaciones de soja y dirige su vista hacia cualquier punto cardinal, ella se perderá en el horizonte y no verá el final del cultivo por la inmensidad del mismo.
La soja se exporta para alimentar las vacas en países desarrollados y al salir de esas gigantescas parcelas uno se encuentra como con una cruel burla: campesinos que no tienen espacio donde amarrar sus vacas. Para ellos no hay tierras.
Hace unos años el filosofo colombiano Bernardo Toro decía ante un grupo de empresarios paraguayos que América Latina es un espacio de 22 millones de kilómetros cuadrados, territorio que equivale a tres chinas continentales pero en términos de población apenas tiene un cuarto de la población china.
Enfatizaba Toro el formidable territorio disponible en la región para encarar un desarrollo equitativo y con menor índice de exclusión.
Decía que “en Colombia, el 70% del territorio está en poder del 7% de la población y así no se puede construir dignidad”.
En Paraguay ya vimos cómo se manifiesta la concentración de la tierra y cabe decir lo mismo. Así no se construye dignidad.
Egoismo de los que más tienen
Hay una insostenible estructura que excluye, con campesinos que no tienen dónde amarrar sus chanchos o vacas e irremediablemente van a engrosar la lista de pobres extremos.
Lo ecuánime sería que los triunfadores del sistema paguen más impuestos para dar mejores oportunidades a los excluidos pero rechazan esa pretensión que consideran insana porque eso sería “castigar al que produce y trabaja”.
Se preguntan incluso cómo una sociedad puede ir adelante si se penaliza tributariamente el trabajo. Pero si no son los triunfadores del sistema económico los que más deben tributar ¿sobre quienes recaerá el impuesto justo?
Uno de los principios más justos para cobrar impuestos es percibir de cada quien según lo que atesora. Y al gastarse el presupuesto elaborado en base a la recaudación, distribuir a cada sector, según lo que necesita.
Se da otro hecho curioso
Frecuentemente los excluídos invaden tierras de sojeros y estos despotrican contra el "Estado ausente. Se preguntan de inmediato ¿Dónde está la fuerza pública para defender la propiedad privada garantizada por la Constitución Nacional?"
Y hacia allá deben partir contingentes de soldados a defender la propiedad privada como manda la Constitución.
Y el gasto que demanda movilizar 300, 500 o más efectivos por varios días, para hacer cumplir la Ley, es cubierto por el impuesto que pagan los que menos tienen y no por los dueños de las tierras
¿Sojero, dónde está tu hermano?
Hay una presión creciente de sectores conservadores para que renuncie el Ministro de Hacienda porque parece ser que molesta, incomoda con sus planteos y hay recomendaciones para que el Presidente Fernando Lugo lo cambie. Hay una especie de orden virtual: Disparen crítica contra Dionisio Borda!!
Joseph Stiglitz, Nobel de Economía, tampoco es bolivariano pero recomendó a la clase adinerada del país, pagar más impuestos y contribuir a la justicia social. Ya hemos señalado aquí lo que harían con Stiglitz si fuera funcionario paraguayo.
Lo que resta es entonces, establecer un presupuesto para un programa tipo “Hambre Cero” de modo que los miserables tengan comida y puedan enviar a sus hijos a la escuela ¿y qué pasa entonces?
En nuestra siguiente entrega: Parlamentario ¿dónde está tu hermano
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