domingo, octubre 03, 2010
El grave desliz del Presidente Rafael Correa de Ecuador: Un hooligan latino en la política
Una evaluación más serena de lo que pasó en Ecuador la semana pasada nos ubica ante este cuadro: Policías descontentos, profundamente alterados por una reducción de sus haberes son provocados por un gesto bravucón del Presidente Ecuador Rafael Correa que los trata de cobardes y luego se desabotona la camisa y los desafía a que disparen. Penoso. Cualquier manual de manejo de conflicto recomienda todo lo contrario: llamar a la calma y reatar las pasiones desatadas.
En qué cabeza cabe que en un contexto de policías cabreados al máximo se presente el líder político a decirles “Señores si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos".
Fue a enardecer aún más a la masa protestante. No sólo hay que considerar las palabras agresivas e hirientes dirigidas justamente a personas que sentían heridas en su dignidad y sus derechos sino que el tono desafiante y el gesto de desanudarse la corbata y abrirse la camisa para exhibir su pecho gentil como muralla de las balas. Y siguió:
"¡Si quieren destruir la patria, aquí está!, pero este presidente no dará ni un paso atrás".
Craso error. Aplazado.
Ahí donde faltó serenidad, calma, templanza Correa exhibió una bravuconería de manifestante de barricada, siendo Jefe de Estado.
Él agravó la situación que produjo muertos innecesariamente con un comportamiento barriobajero o de jefe de barra brava futbolera.
Dadas las circunstancias que vivieron, algunos dirán que hay que celebrar que no se haya producido un magnicidio pero a la postre hubo muertos y debe resultar igual de penoso que muera un sargento que muera el general.
Humanos al fin.
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