martes, febrero 24, 2009

Sin sustento en la dura lucha por el sustento



Veo que uno de ellos se monta como a caballo sobre el vértice del techo y hace un gesto corporal que lo expone a precipitarse mientras el otro se pasea e inclina sobre el suelo allá arriba y me asalta el pensamiento de que se creerán protegidos por el dueño de casa y entro al templo de la Encarnación que a las 10 de la mañana está vacío con escasa demanda de bendiciones y poca oferta de alabanzas.

Circulaba por el centro de Asunción en estos días en la trampa de una telaraña burocrática. “Suba al segundo piso a reclamar el informe”, “pase a la puerta lateral para la visación de los documentos”, “obtenga el sello de la oficina de enfrente”, “espere que la firma del jefe estará en una hora”.
“Si quiere puede esperar en el pacillo o bien retorne para las 11”.
Estaba cerca de la Iglesia de la Encarnación y recordé que había leído en los diarios que estaban realizando tareas de reparación de los vitrales. Saqué la cámara filmadora y decidí aprovechar mi “una hora” haciendo tomas.
No los vi. Confieso que no los vi de lejos pero hice mi primera toma desde afuera del templo. Una una vista general. Luego realicé una aproximación al frontis y veo que tres obreros están en la cornisa, exactamente “al borde del precipicio”.
Exprimo el zoom de la cámara y percibo que hay viento fuerte allá arriba donde los tres están trabajando totalmente desprotegidos.
Ni cascos, ni guantes, ni botas, nada de andamios, arneses, cuerdas que los sujeten. Calculo que por lo menos están a unos 25 metros de altura. Me corro hacia el frente del templo y hago una nueva toma y veo en la mirilla que me saludan cordialmente con los pies.
De nada sirve que les cuente. Los invito a ver el video

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