Es penoso pero son los bueyes con los que hay que arar. Da la impresión de que el empresariado paraguayo aún vive en períodos de “guerra fría” y para ese sector el mundo aún se debate al borde de una tercera guerra mundial impulsada por el enfrentamiento entre el comunismo y el capitalismo.
Curiosamente comunismo y capitalismo están hundidos en su concepción histórica. Implotaron (lo contrario de explotaron) lo que quiere decir que reventaron hacia adentro. Se derrumbaron por la propia endebles de sus cimientos.
El comunismo se derrumbó porque si bien era hábil para distribuir riquezas era absolutamente ineficiente para generarlas. Terminó distribuyendo pobreza.
El capitalismo que era eficaz para generar riquezas demostraba una absoluta ineficacia para distribuir la riqueza que generaba y hoy se vive un derrumbe de su manifestación más dura.
Por la propia exigencia del mercado en pos de productos cada vez mejores y más baratos, las grandes industrias dieron paso a la robótica. Los robots suplantan al hombre y este es desplazado, desechado como mano de obra. Los robots no piden aumentos salariales, no necesitan de vacaciones y trabajan 24 horas sin dormir. Rinden mucho más y producen mejor.
El capitalismo hoy es generador de pobreza. Igual que el comunismo. Si usted lee las informaciones internacionales verá que tal empresa despedirá a 5 mil obreros, la otra a 20 mil.
Y así va creciendo la larga lista de excluidos que han sido generados por uno y otro sistema.
Una nueva vía
En tales circunstancias surgen liderazgos interesados en buscar nuevas vías de pensamiento para tomar lo bueno del capitalismo (su capacidad de generar riqueza), lo bueno del comunismo (su capacidad de distribuir riqueza) desechar lo malo de cada sistema y crear un mecanismo híbrido.
Digamos que ya otros pensadores descubrieron una vertiente que transversalizó justamente las bondades de uno y otro sistema y las operativizó un nuevo esquema que fue exitoso.
En efecto, el cooperativismo es un sistema capitalista para generar pero colectivista para distribuir. Y se puede decir que es un capitalismo socializado o es un socialismo capitalista.
Todo depende de la orientación dominante de quien decide designar al esquema.
Qué quiere Lugo y no lo sabe comunicar
A Fernando Lugo le cuesta explicar lo que desea para el país y como somos comunicadores, le notamos por lo menos dos problemas en ese frente:
1- La dificultad para exponer claramente su pensamiento sobre el esquema que quiere implantar en el país y sobre lo que nunca habló claramente a la nación en sus facetas económica y social.
Para decirlo pronto: No sabemos qué toma de Marx y qué de Adam Smith para proyectar el éxito de su gestión gubernativa. A esta altura se nos vuelve problemático defender el pensamiento de Lugo porque no habla con profundidad, amplitud, claridad sobre el país que tiene en mente.
2- La falta de finura para saber cuando debe callar y cuando hablar. El último ejemplo es la respuesta mal dada a la duda oviedista sobre la renovación judicial o el hecho de no hablar a la nación e ir al Foro Social a manifestarse sobre lo que aún no habló a la nación. No es correcto eso.
Este defecto le genera no pocos problemas artificiales que sus adversarios y detractores se encargan de convertirlos en “problemas reales”. Algunas veces el silencio le funciona pero no siempre va a ser así.
Ahora le piden definición política. A nosotros nos parece una estulticia que le reclamen que diga si es socialista o capitalista pero debe aprovechar el momento para hacer precisiones sobre el tipo de país que es motivo de sus afanes.
Lugo enfrenta las dificultades propias de quien no es político y debe actuar políticamente pero a nuestro juicio -antes que políticos- sus problemas son comunicacionales y esto no lo decimos sólo ahora. La ventaja es que tiene equipo comunicacional.
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