jueves, septiembre 17, 2009

Si los buenos no activan en política, los malos ocupan sus lugares porque son muy activistas



“La política está dominada por los malos”, “Galaverna no me representa”, “los políticos son todos unos bandidos y por ello la política es sucia”. Bernardino Cano Radil, politólogo, tuvo una respuesta para quienes piensan así: “que se jodan!” porque según lo señaló, los malos ocupan el espacio que los buenos dejan. El que se queja y no participa, es un idiota, enfatizó.

Probablemente no sea toda la explicación porque la historia está llena de tipos buenos que al entrar en la política se vuelven tenebrosos.
Tal vez la explicación para esto esté en la frase: “el poder corrompe” o “si quieres conocer de verdad a alguien, dale poder”.
La visión de que la política paraguaya está dominada por los energúmenos, oportunistas, pendencieros, no se aleja mucho de la realidad y la última decisión de prolongar por un año más el mandato de los intendentes, decisión tomada por encima de las leyes y las expectativas ciudadanas, es una muestra clara de ambas cosas: 1- que los malos tienen la palabra y 2- el poder corrompe.
No le fue bien a la humanidad cuando los gobernantes eran además sumos sacerdotes. Pudo haber habido indudablemente más de un buen ejemplo pero no han sido dominantes.
A primera impresión podríamos pensar que a los países le iría mejor si en los cargos importantes del Estado son asignados a monjas para que su bondad y misericordia impregne el estilo de gestión.
El problema es que no somos ángeles pero queremos que nuestros gobernantes lo sean.
La propuesta de Cano Radil de que los buenos ocupen los espacios para que logren crear una red de seres bondadosos que finalmente se imponga sobre la caterva de inmorales, no deja de ser un tema para la reflexión y la acción.
Al final de cuentas Fernando Lugo ganó las elecciones al poderoso partido colorado a pesar de que éste, usó todas las herramientas del poder.
El ex sacerdote, bajo la aureola de su imagen de bondad, acumuló cerca de 200 mil votos más que los colorados por que era el bueno de la película.
Nicanor Duarte, el presidente saliente le hizo el favor de proyectar su peor imagen de malo, hablar como malo, reírse con un verdadero malo y hasta contar chistes malísimos.
Y si miramos como funcionan las listas sábana de candidatos a parlamentarios, veremos que arriba ponen a los buenos como si fueran la lombriz del anzuelo. Son los que atraen los votos pero abajo ingresan los malos que siempre son más que los buenos.
La reflexión que nos propone Cano Radil -un político relativamente bueno que ha tenido la curiosa manía de aliarse con líderes malos como Lino Oviedo- no deja de ser oportuna: Cuando los buenos no están, los malos ocupan todos los lugares.

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