Navidad, Año Nuevo. Tiempos en que la estupidez humana, alcanza índices insospechados y nos entrega por doquier, muertos en accidentes de tránsito, por heridas de balas perdidas, vergonzosos comas alcohólicos irreversibles, intoxicados por excesos de comida o por consumo de baratos alcoholes pesados. Estamos en plena temporada alta de estulticia en la que sin embargo –las vueltas que dan la vida y la muerte- los carpinteros fabricantes de ataúdes y los sepultureros se frotan las manos porque aquella temporada alta, les permite garantizar la sidra para el buen pasar de las fiestas findeañeras con sus familias.
Ni las advertencias más intensas, ni las recomendaciones mas repetitivas tienen la virtud de cambiar el curso de los acontecimientos y a estas alturas se pueden escribir miles de crónicas de muertes anunciadas y de dolores familiares que revictimizarán a los deudos en cada navidad, por muchos años.
Escribo esto mientras leo en Asunción que un estudiante de medicina, de 19 años, acaba de morir en un horrible accidente de tránsito en el que falleció otro “contempo” de 19 años pero cadete militar.
El accidente lo protagonizaron luego de que el conductor de 24 años, también cadete de la Academia Militar, en estado etílico, perdiera el control del vehículo y lo estrellara contra un árbol.
Leo los diarios en Internet y veo que los titulares reflejan similares patéticos acontecimientos y dramáticos temores. Pero en este asunto, no funciona el mal de otros consuelo de tontos sino que uno ve que la estupidez está globalizada. En realidad, siempre la estuvo y no tomamos conciencia de ello.
Hay cosas de no creer como que en la Argentina aumenta cada año el número de gente que pierde la visión de un ojo por accidentes, descorchando sidras.
Y el calendario de este año vino mal construido porque colocó la festividad de Navidad y Año Nuevo en lunes, lo que fabricó un feriado largo que se torna en crítica invitación a tragos también largos de gente que ya el viernes de noche comenzó sus libaciones navideñas y hasta el martes tendrá suficiente tiempo de estropear las fiestas.
Podemos predecir que en muchos casos alrededor del mundo, las despedidas del 2006 empezarán el viernes, con todos los excesos que implica en el consumo, claro está. Los medios colaboran tratando de crear conciencia de un lado pero de otro, promocionan el consumo de alcohol de un incomparable con cualquiera de los meses anteriores.
El pregón de responsabilidad está marcado por la línea editorial pero el fomento de las borracheras, muchas veces criminales, está marcado por la línea comercial. Haz lo que pienso pero consume lo que vendo; salva tu vida, muérete borracho. La intrínseca contradicción mediática.
Y que conste que los medios ganan dos veces porque facturan por promoción de beodez y luego por los avisos mortuorios.
Navidad y Año Nuevo. Tiempo de esperanzas, de celebraciones y de buenos augurios. Que así sea.
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