Y no es que defienda al Jefe de Policía ni a ningún otro personaje o personajes. Si el jefe no ha hecho méritos suficientes para ascender, no debe ser ascendido. Eso está claro.
Me refiero a la nota que las víctimas presentaron al Senado para pedir que el jefe policial no sea ascendido porque “es responsable de la represión que el pasado 5 de diciembre dejó 57 Heridos y 80 detenidos”. En un país donde abundan los irresponsables, vamos a castigar a un “responsable”.
Todo el bochorno del interior del recinto que logró interrumpir y posteriormente anular un proceso –estemos o no de acuerdo con la decisión judicial- dejó una lección que no apunta a un futuro institucionalmente correcto.
Siguiendo la línea de los sucesos del pasado 5 de diciembre, no quiero pensar lo que podría pasar en el Congreso si se rechaza la petición presentada por las víctimas del Ykuá Bolaños en contra del Jefe de la Policía.
Se perfectamente que por la sensibilidad que envuelve a todos los temas que involucran a las víctimas del incendio, lo más cómodo es ocuparme de otros asuntos. Tal vez pero, un periodista de tanto en tanto tiene un tema que le llama la atención más que otros y recibe un impulso de abordarlo. Este es uno de esos casos.
Seguí el tema de la violencia por televisión cuando volaban sillas, ventiladores, bafles contra el estrado en una explosión de furia que yo puedo entender, sin justificar Todo se producía, diría que ante la apacible mirada de los Policías que en el interior del recinto hacían algunos intentos de apaciguar pero nunca de reprimir.
La batahola se alargó. Las escenas mostraban ahora a los “Cascos Azules” cubriendo y protegiendo con sus escudos, la entrada del recinto, de los cascotazos y de ataques con bancos manipulados a la usanza de guerreros medievales, como arietes para romper la resistencia policial.
La Policía, sólo se dedicaba a contener el embate que se tornaba incesante. Había personas exaltadas que se acercaban con piedras y apuntaban a algún hueco en la cobertura de escudos para lanzarlas, contra las piernas de los policías.
Pedradas, escombros, restos de madera lanzados contra los Policías. En un momento dado, alguien se acercó con un recipiente de combustible a rociar a los policías y daba la impresión de que el siguiente paso, era lanzar un cerillo encendido.
He visto actuar a la Policía de Stroessner y no pude menos que razonar lo mucho que se ha avanzado. Pero lo que estoy contando es apenas la parte inicial de todo lo que aconteció porque después amenazaron con incendiar Ykua Bolaños 1 y hubo saqueos.
La TV mostraba ahora, gente saliendo con bolsas de mercaderías, con cajas, incluso con cortes de carne al hombro, evidentemente sin pasar por la caja. Curiosamente, en nombre de legítimos reclamos.
Más, llegó el momento de ponerle un punto final. Y llegó el momento de la fuerza pública cuando era evidente que los intentos de apaciguar no habían dado sus frutos. Y se dio un corte. Y las represiones no son pacíficas. Un Policía que recibe bodocazos en el cuerpo o en la cara, difícilmente –por más profesional que sea- lo acepte con estoicismo y asuma que simplemente son gajes del oficio.
También la TV mostró que hubo golpes demás, incluso a manifestantes que ya estaban en el suelo, de parte de algunos agentes que pasaban su factura por los golpes recibidos en una actitud que también puedo entender, sin justificar.
Las víctimas del Ykua Bolaños, solicitan una sanción para el Jefe de la Policía Nacional por la represión para poner fin a los desmanes del 5 de diciembre. Ojo con eso.
Y digo lo siguiente: si se solicita la sanción del Jefe de la Policía porque tolera que los cuadros policiales se contaminen de traficantes, bandidos de todo pelo y marca, es una cosa diferente. Entonces la sanción debe ser ejemplar.
Lo que me temo es que se pretenda enviar un mensaje equivocado a la Policía Nacional y se le diga que debe ser endeble e indiferente ante los desbordes, tolerante ante los desmanes incluso de gente con la que en otras instancias somos solidarios.
Por el bien de la sociedad, necesitamos una institución policial que defienda el orden.
Que quede claro: defiendo conceptos. No personas.
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