Javier y Diego Zavala
Se puso al hombro la responsabilidad de poner “la cara” de la familia en circunstancias tan dramáticas. Sorprendió a toda la ciudadanía con prudencia, la soltura que utilizó para hablar con la prensa de lo que debía contar y no más. Demostró sensatez y nunca le faltó la palabra justa. Las grandes empresas y el gobierno querrían un portavoz de sus características. Todo iba impecablemente pero nunca falta un buey corneta y aparecieron dos que lo sacaron de quicio y arrancaron de él un desafío a moquete, un intercambio de golpes en el estadio Manuel Ferreira del Club Olimpia.
Diego dejó muy bien parada a la familia Zavala. Hizo un estupendo trabajo en las horas más duras del grupo familiar.
Dominó su angustia y siempre apareció ante la prensa para decir lo que tenía que decir y no más.
Manejó la comunicación con la sabiduría de un experto y cuando informó sobre la humillante donación de carne a comunidades pobres, como gentileza de los secuestradores de su hermano, logró contener la indignación en un esfuerzo extraordinario y logró refrenar la ira cuando daba la impresión de que reventaría.
Las más de las veces pese a las dificultades, su rostro exhibía tranquilidad. Todos sabemos que por dentro ardía de bronca mezclada con impotencia y temor. Lo hizo muy bien y se ganó el respeto ciudadano.
Nunca falta un buey corneta y ahora fueron dos
Como se suele decir, en todos los acontecimientos humanos nunca falta un buey corneta y esta vez en realidad eran dos, los diputados Gustavo Mussi y Artemio Barrios del Partido UNACE.
Estos señores dijeron que el gobierno debía atacar a los secuestradores y que la muerte del secuestrado en el operativo sería algo así como una especie de daño colateral sin importancia
En la noche de la liberación de su hermano Fidel, entendemos perfectamente que todas esas horas de amargura, de contención forzosa y de angustia represada por algún lado buscaban también su libración.
Y Diego Zavala encontró una válvula de escape.
No se pudo contener y desafió a Mussi y Barrios a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo (moquete le llamamos en Paraguay) para liberarse de las ganas de por lo menos dejarle un ojo morado, la nariz sangrante y los labios partidos a los dos.
Fue el momento en que desapareció aquella prudencia, madurez, equilibrio y la palabra justa que brillaron durante el secuestro.
Creo que todos entendemos a Diego. Lo comprendemos en lo más íntimo de su ser.
No altera el desempeño magnifico que tuvo como el hermano portavoz familiar en horas tan amargas, pero, si debe elaborar un curriculum para presentarse a trabajar como portavoz de una gran empresa, simplemente le recomendamos que borre esa parte del moquete.
Felicitaciones Diego!
Cuidate Carloncho, mirá que Diego te anda buscando ya. Está con ganas de pegarle a alguien. Ja ja
ResponderEliminarLo esperaré con una cervecita espeluznante, aterradora y descomunalmente helada.
ResponderEliminarPara divertirnos un rato, leí además que el Estadio Manuel Ferreira no fue habilitado por las autoridades del fútbol.
Además los oviedistas sopapeables son cerristas parece de modo que es un moquete para la Olla Azulgrana.
ES INCREIBLE COMO LA INSEGURIDAD AFECTA A A TODAS LAS CLASES SOCIALES DESDE EL MAS PUDIENTE HASTA AL MENOS FABORECIDO POP LA SOCIEDAD
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