Para elegir Presidente de la República el elector marcó en la boleta electoral, su nombre y apellido. Eso no ocurrió para la elección de Presidente del Congreso ni para la elección de ningún diputado o senador pero estos pueden enjuiciar políticamente al Presidente y sin razones suficientes, siempre que reúnan los votos necesarios, desplazarlo del cargo.
Esto es perverso y debe ser corregido.
Es un punto clave que debe cambiarse en la Constitución. Lo justo sería que para que un senador, un diputado tengan el poder de hacerle un juicio político al Presidente, deban seguir el mismo paso electoral para que haya legitimidad en el procedimiento.
Cada uno de ellos debe ser electo por nombre y apellido y no como ahora, electos en base a “listas sabanas”. Votamos listas y no elegimos diputados ni senadores.
El poder de las mafias
Y ocurre que en las listas, entre los primeros aparecen nombres potables y luego se rellena la nómina con basura y a veces mafiosos que son los que ponen el dinero para la campaña electoral.
De este modo, los mafiosos tienen el poder de tumbar a un Presidente que ha sido electo por el pueblo.
Es grave que tengan el poder de decidir quien debe gobernar el país, por encima del veredicto ciudadano.
La institucionalidad de la República se sustenta en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si consideramos que el poder emana del pueblo llegamos a la conclusión de que el legítimamente electo es el Presidente de la República (ejecutivo) porque la gente lo vota directamente.
Ni el Presidente del Congreso (legislativo) ni el del Poder Judicial son electos por el ciudadano pero se apropian del poder y vemos así que el país es víctima de sus políticos y dirigentes, muchos de los que ni siquiera fueron votados.
Intolerables superpoderes
En el Poder Judicial, los magistrados pueden decidir -sin haber sido electos- una suerte de vitaliciado como magistrados y hoy -porque así lo decidieron sin consideración de merecimientos o confianza ciudadana- los miembros de la Corte Suprema de Justicia son inamovibles en sus cargos e hicieron uso de una ilegítima atribución que nadie más tiene en la República.
Los últimos temblores de la dictadura
Peor aún, dos ministros de la Corte Suprema de Justicia, Bonifacio Ríos y Carlos Fernández Gadea, destituidos por medio de juicio político del Congreso en el año 2003, ahora han sido repuestos en sus cargos.
Vale decir, el Poder Judicial se mofa del Poder Legislativo y desvaloriza el poder constitucional que tiene para hacer juicio político.
Paraguay inicia el 2010 con un desarreglo institucional que pinta de vivos colores el desarreglo constitucional y político que es consecuencia de la calaña de políticos que tenemos.
Hacemos votos porque sean los últimos pataleos de la dictadura que aún subsiste en viejas legislaciones y figuras constitucionales que ya no responden a los tiempos que vivimos y a las ansias de avanzar hacia un futuro moderno.
y lo peor es que para cambiar la constitución, serán los mismos congresistas quienes deberán decidir.. todo está articulado para que ciertos grupos tengan siempre el poder.. que podemos hacer los ciudadanos de a pie para cambiar esto?
ResponderEliminarElegir más allá de votar. Es lo que debemos hacer. No apegarnos más a los colores sino a las personas. Creo que en el Parlamento deberíamos dar nuestros votos a los representantes de los partidos menores.
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