jueves, octubre 02, 2008

La cara oculta de la soja

(grafico: rel-uita.org)
Genera miles de millones de dólares por exportación. Se calcula que la producción este año cubrirá 2.550.000 hectáreas de las que se obtendrán 6.885.000 toneladas. Es un negocio alentador para sus cultores. Hoy se publicó en Ultima Hora que todos los tributos del sector agropecuario, representan sólo el 4% de las recaudaciones del Fisco ¿Es justo eso?.

El otro aspecto crucial es que expulsa mano de obra del campo, empobrece el suelo y está generando daños ambientales irreversibles por contaminación y desertificación. La soja es el rubro más exitoso de la agricultura paraguaya y nuestro aplauso para el sector sería estruendoso si no nos encontráramos con aspectos perniciosos extremadamente graves.
Ejemplo: cuando se habla de que la soja pague un tributo justo, surgen las voces que atacan a quienes así piensan porque presuntamente pretenden castigar al que produce. Los sojeros son en su mayoría potentados.
Si los que ganan dinero no pagan impuestos justos, no se pretenderá cobrarles a los carretilleros del Mercado 4. Luego, la soja debe tributar pero no sólo porque genera rentas sino porque abusa de recursos como suelos, humedales, elimina bosques, aniquila la biodiversidad y ese proceso de descomunal destrucción -que nos perjudica a todos- lo encaran los sojeros sin ningún costo.
No se hacen cargo de la destrucción. Han eliminado hasta la vegetación de la vera de los arroyos con lo cual desprotegen los cursos de agua y cada lluvia termina arrastrando suelo hacia esos cursos.
En Alto Paraná, han desaparecido decenas de arroyos. Tanto por expansión de la “frontera de la soja” como por la tecnificación de su producción, expulsa mano de obra rural. Miles de campesinos abandonan sus labores y quedan sin trabajo.
Naturalmente que son una presión contra los sojeros que luego piden seguridad jurídica, vale decir que el Estado se ocupe de resolver el problema de los sintierras y sin trabajo pero extrayendo recursos de otros sectores que tributan impuestos.
Los contribuyentes de IVA corremos el riesgo de ser presionados para suministrarle al Estado los recursos suficientes para que los productores de soja se liberen del campesinado pobre que ellos están generando.
No por una lucha de clases -porque no me inscribo en esa corriente de pensamiento- sino porque debemos pensar en un futuro sostenible como sociedad, es absolutamente necesario que urgentemente nos planteemos un programa más justo en virtud del que se establezcan pautas para minimizar el impacto ambiental negativo de la soja, el impacto social negativo y haya una justa compensación impositiva por el tremendo costo que su producción tiene para el país.
Del mismo cuero debe salir la correa para resolver los problemas que la soja genera.
¿La soja destruye?, la soja paga.

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