Se publica hoy que Fernando Lugo va a invertir en su imagen. Todos los jefes de Estado lo hacen y no me parece extraño que haya decidido hacerlo. No creo que ello implique una intención de cultivar el endiosamiento de su figura pero si creo que donde Lugo debe invertir es en su discurso.
No entiendo por qué utiliza el lenguaje descalificador en su diferencia con el Presidente del Congreso respecto de visión y misión de la democracia, cuando podría usar un discurso propositivo, constructivo.
No comprendo los "no creemos en la democracia cosmética”, los “de ese camino no nos sacarán sino muertos" y en otras expresiones que incluso buscan menoscabar la figura del titular del Congreso, cuando tiene todas las condiciones de exponer con firmeza su punto de vista pero sin colisionar y buscando la anuencia y no la aversión o la mala voluntad.
Si pero no..
Nosotros compartimos los criterios que sobre democracia expone el Presidente de la República y nos parecen efectivamente insuficientes los de Miguel Carrizosa pero no compartimos el modo en que lo expone porque deja escaso espacio a la negociación y la conversación.
Es cierto que se le pidió que abandone su tono pastoral o episcopal para asumir uno más político. Es cierto que se le ha pedido que manifieste un tono que marque mejor su liderazgo pero justamente volvemos al principio: más que en imagen debe invertir en encontrar el tono adecuado de su discurso.
No veo la razón de adoptar un sesgo confrontacional y duro salvo que busque directamente crear un cuadro de situación del que en el futuro vaya a extraer beneficios políticos pero, entonces sólo hay espacio para preocupaciones ciudadanas.
No azuzar el fuego
Este modo ampuloso de sermonear va a hacer que el Congreso le sea hostil justo en un momento en que deben estudiarse proyecto de leyes que son vitales para resolver problemas sociales y económicos.
Ya sabemos que los desencuentros entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, condena a la ciudadanía a largas e improductivas peroratas y demoras de aplicación de políticas conducentes.
Entonces lo que podemos decir es que Lugo tiene razón en lo conceptual pero no tiene razón en la manera de expresarse.
Si no logra que los políticos se sumen a su modo de ver, es que habrá fracasado por los errores comunicacionales que comete y que no le ayudarán a mejorar su imagen por más dolares que gaste en publicistas.
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