Hay una bifurcación entre lo que Lugo quiere y lo que comunica. Una dicotomía que no ha resuelto en un año en el poder y que si persiste le dará peores dolores de cabeza. En lo último que aconteció y que tiene que ver con la firma, hoy, del Pacto Democrático entre los diferentes sectores políticos, el Presidente dice que desea más democracia de la que se garantiza en el acuerdo pero comunica que da un golpe a la primera iniciativa viable de alcanzar una base de acuerdos para pensar en un plan país.
¿Está mal asesorado políticamente? No hay consonancia entre lo que predica y lo que hace. Descoloca.
Sin discusión alguna su concepto de democracia es mucho más profundo y amplio que el que instala en el documento el Presidente del Congreso Miguel Carrizosa pero Carrizosa comunica que es más demócrata que Lugo.
Campeón de la democracia
Sin espacio para discusiones es evidente que el titular del Congreso surge de la formalización del acuerdo como el campeón de la democracia paraguaya a pesar de utilizar un concepto insuficiente de democracia que limita el rol ciudadano al mero ejercicio del voto.
Por el contrario, Lugo que maneja un principio pluralista, participativo y abarcante queda con su decisión de no firmar el documento cómo un pusilánime, un incoherente y aquí retumba el término que su sobrina utilizó hace unos días contra él: hipócrita.
Lugo comunica hipocresía a pesar de que por escrito ha argumentado de un modo sólido que piensa en la ciudadanía al tomar la decisión de no firmar, 24 horas antes cuando la atención pública está centrada en la firma.
Se toma su gesto como un desplante a la democracia.
A todas luces había maneras de dejar estampada su salvedad acerca de lo que él plantea como democracia plena pero firmar el acuerdo sin que -como se dice ahora- quedara atrapado en un compromiso que lo hubiera encorsetado.
Dónde está la trampa
Hubiera firmado el documento con un asterisco conectado a su propuesta y dejar botando la pelota en el campo de Carrizosa y los partidos políticos. Había maneras de eludir lo que sus allegados consideran una “trampa política”.
La verdadera trampa política es que no haya firmado cuando la ciudadanía está pendiente de que los políticos se pongan de acuerdo de una buena vez para ver si estiran el carro todos o casi todos, para el mismo lado.
Esa es la cáscara de banana que pisa Lugo luego de haber impulsado él mismo un compromiso multipartidario para poner al país en primer lugar y no las apetencias partidarias.
El doble discurso
De un lado, Lugo acepta firmar con Ignacio Lula un documento de mínimas reivindicaciones paraguayas en Itaipú donde los conceptos de precio justo y de soberanía energética son absolutamente insuficientes frente a la magnitud de los legítimos derechos paraguayos.
Y mayoritariamente la ciudadanía vio con buenos ojos la iniciación de un camino positivo aunque fueran insuficientes, deficitarios, mínimos los avances.
Entonces, si Lugo fue minimista con Lula por qué hacerse el maximalista con Carrizosa, teniendo herramientas para no apearse de sus ideas democráticas.
That is de question.
El otro día lo presentaron como pregonando un aumento de los impuestos y el ministro de Hacienda se apresuró a decir que Lugo no dijo eso. Si Lugo no dijo eso cómo es que comunicó que quiere aumentar los impuestos.
Lo entendimos cuando dijo “los parientes son los peores” pero no era eso lo que en ese momento necesitaba comunicar.
Es muy grave que Lugo enfrente problemas comunicacionales como ya lo hemos señalado en otras ocasiones.
La duda que nos asalta es que si fue sacerdote y tenía que comunicar el evangelio, éste problema de comunicación lo arrastra desde aquellos tiempos o surge ahora en su función política.
Si no da en la clave del problema, Dios lo ilumine.
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