Mercedes Lugo, donde luce el mapa del Paraguay debe colocar un billete de 10 mil guaraníes.
Una sobrina planillera (cobra en el Ministerio de Educación y no trabaja ahí), una hermana que desvía fondos públicos para gastos personales y una parentela desvergonzada, enganchada y disfrutando de las mieles del poder, acabaron con la paciencia del Presidente Fernando Lugo quien tuvo que haber alcanzado el tope de fastidio para declarar que “los parientes son los peores”.
La grave expresión que no dejó malparados a su hermana y sobrinos sino que con absoluta certeza los dejó parados en el lugar que merecen, debió haber significado inmediatamente la renuncia de Mercedes Lugo al Despacho de la Primera Dama pero probablemente siga ahí. Tiene una mejilla hecha de material resistente.
No es la primera vez que la hermana del Presidente aparece en informaciones que hablan de su hipocresía ya que de un lado exporta la imagen de devota y santurrona y de otro, la de una oportunista.
También muchos de los ciudadanos estamos mortificados por la pesadez de este bocado indigerible en que se han convertido los parientes del Presidente.
Ahora descubrieron que con dinero del Despacho de la Primera Dama paga el alquiler de su departamento particular en vez de hacerlo con su salario.
Pillada en semejante irregularidad intentó minimizar el gesto ventajista diciendo que en el departamento funciona la Fundación Madre Paraguaya y que por falta de recursos no pusieron el cartel correspondiente.
Acabemos con esta historia
Los parientes de Lugo no han contribuido a encumbrar su gestión sino que se han constituido en un triste lastre.
La mayoría de los hermanos y sobrinos de Lugo tienen un comportamiento que ofende a la ciudadanía.
Carecen del sentido de dignidad y no tienen vergüenza por los actos logreros que protagonizan.
En su momento hemos dicho que no cabe inventar un cargo cuando no existe Primera Dama (Lugo es soltero) y reiteramos lo que ya expusimos una vez: que se clausuren el despacho y la fundación de gua'u “Madre Paraguaya” y que los recursos públicos que hoy se le asignan, vayan para fundaciones en serio como Dequení, Asoleu y otras que merezcan por sus nobles propósitos la ayuda pública.
Y por supuesto, que los sobrinos y hermanos del Presidente dejen de ser parásitos de los contribuyentes.
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