Itaipú: reivindicaciones deben ser “Causa Nacional” para que avancen las negociaciones con Brasil

No hay manera de que el Paraguay avance significativamente en las negociaciones sobre reivindicaciones en Itaipú si el tema no se gradúa de "Causa Nacional". Esta iniciativa no viene del gobierno sino de la sociedad civil y volvió a plantearse en el debate “La verdad de lo que conseguimos” que se realizó en la sala bicameral del congreso una semana atrás.

El ingeniero Oscar “Tucho” Gómez planteó que es fundamental evitar el canibalismo interno sobre el tema y aunar posiciones para establecer una política de Estado que sea respaldada por la ciudadanía porque de lo contrario llegaremos al año 2023 (cincuenta años del Tratado de Itaipú) y el Paraguay seguirá debiendo “una carretada de dinero” y no habrá soberanía energética.

Periodismo corrupto
Hoy en día existe una opinión pública que se solidifica en torno a los avances conseguidos -aunque no la reivindicación global por la que el país pugna- en los documentos firmados por Fernando Lugo y su colega brasileño Lula.
Sin embargo existen periodistas que cuestionan los acuerdos y debilitan la sensación de que se está en buen camino.
Entre ellos existen profesionales bien intencionados pero con criterios maximalistas y asimismo un grupo de periodistas corruptos que dejaron de recibir dinero de Itaipú en base a jugosas prebendas ofrecidas por gobiernos anteriores para comprar su conciencia primero, luego su silencio y más tarde su alianza política.
Estos no dejan pasar ni una oportunidad para cuestionar los acuerdos. Gómez expuso que los enfoques los debemos hacer “sin sacarnos los ojos” y crear una conciencia amplia que catapulte el concepto de Causa Nacional.
Sólo así se podrán obtener los resultados esperados por la vía de la diplomacia o por la vía de un “Plan B” que implica la judicialización internacional de las reivindicaciones paraguayas. Básicamente, precio justo de la energía excedente de Itaipú que le pertenece a Paraguay pero que por no usarla la vende al Brasil y la soberanía energética que implica la libertad de vender ese excedente a otros mercados que pagan mejor.