jueves, mayo 20, 2010

Ser grosero, sinvergüenza y ladrón: Los funestos tres factores de la "ética colorada" en el gobierno

El código de ética política que aplicó y profundizó el Partido Colorado durante más de 60 años en el poder, se resume en los “3 factores” sencillamente expuestos por el ex senador Blas. Riquelme: “Para ser político nde tie'y vaera, nde sinvergüenza vaera, ha nde mondaimi vaera. Pero re monda'i vaera”. (es bueno ser grosero, sinvergüenza y ladrón, pero robar solo un poquito).

Creo que Riquelme expone con el practicismo de un hombre de negocios una filosofía que proyectó a los políticos a un meteórico enriquecimiento.
Si la Revista Forbes elaborara el ránking de los multimillonarios paraguayos, los 20 primeros lugares serán ocupados en forma dominante por políticos y cabezas de grupos empresariales que traficaron con el Estado o a expensas de él.

Difícil de explicar
Explicar el primer factor riquelmiano: ser grosero, nos plantea a los comunicadores un enorme desafío porque engloba un concepto extremadamente superior al que el diccionario pobremente define para todo lo que connota lo que quiso decir Riquelme.
En efecto, la academia de la lengua explica que grosero es: Tosco, ordinario y sin arte. Descortés, que no observa decoro ni urbanidad.
Con todos esos sinónimos que parecen poco frente a lo que entiende el ex senador, comprendan nuestros lectores de más de 100 países por qué los colorados empobrecieron tanto al Paraguay en todos los ordenes.
De ese modo nos escapamos de la obligación de explicar todo lo que implica ser grosero en la política paraguaya, salvo que les digamos como botón de muestra que Fernando Lugo, sin ser tosco ni ordinario ni descortés protagonizó muchas groserías que hoy lo incomodan con pedidos de muestras de su ADN, por ejemplo.
Pero dejemos este capítulo ahí y nos comprometemos a abundar sobre él, en una siguiente oportunidad.
Con relación a los factores 2 y 3 : “sinvergüenza” y “ladrón” respectivamente, los políticos colorados que gobernaron la nación, montaron un sistema de saqueo en el que lo público entraba a formar parte de un paquete que en realidad era de la cúpula administradora, del Partido Colorado y de los poderes fácticos que protegían el sistema.
Así la corrupción era permitida a los jefes de la Fuerzas Armadas y la Policía y el poder político definía con claridad que tipo de corrupción le correspondía a cada segmento para evitar malos entendidos y disputas innecesarias.
El Poder Judicial protegía todo el desmadre, naturalmente con "justos" premios para el bandidaje de los jueces.
Era pues una corrupción políticamente organizada. El contrabando de harina para la Caballería, el contrabando de carne para la Marina, el tráfico de madera para las guarniciones fronterizas y así.
Nadie entraba en el korapy ajeno (terreno del otro). Todo perfectamente organizado y así las licitaciones, las concesiones etc.,etc.
La recomendación que no se respetaba siempre era (en guaraní: pe mokö pero pe mokö kuaavaera ani pe nde ahy'o pa'ä ti) “Sepan tragar moderadamente, bocados pequeños porque los bocados grandes pueden atragantar”.

¿No cambió nada?
Cuando políticos de oposición y los medios hoy dicen “nada ha cambiado y la corrupción sigue igual”, son deshonestos.
Es cierto que hay actos de corrupción en el gobierno pero fundamentalmente como manifestaciones personales de inmoralidad y no como una política basada en un pensamiento rector como el expuesto por Blas N. Riquelme.
Queda mucho por avanzar hacia la transparencia, la honestidad, la rendición de cuentas a la nación de un modo desconocido hasta ahora pero los pasos agigantados que se han dado luego de la partida del Partido Colorado a la llanura, no pueden ser ignorados.

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