En las últimas semanas y cómo muy infrecuentemente acontece, el mundo científico ha estado invocando a Dios fundamentalmente en Europa y particularmente en torno al funcionamiento de “la máquina de Dios” un portento tecnológico desarrollado por la mente humana y según sus mentores, capaz de recrear laboratorialmente el principio del universo.
Algunos científicos han estado ironizando en torno a la creación y el propio nombre dado al complejo capaz de generar en escala la explosión que según la ciencia es el modo como todo empezó -"máquina de Dios"- es una ironía.
En realidad el nombre específico del “aparato” es LHC (Large Hadron Colissioner) que se trata de un acelerador de partículas con el que se quiere comprobar la Teoría del Big Bang y estudiar la transformación de la materia a partir de una primera partícula “la partícula de Dios” (o bosón de Higgs).
Cosas muy densas para el entendimiento del común de la gente pero que estimulan la curiosidad científica al punto de invertirse miles de millones de dólares en un equipo en forma de anillo construido bajo tierra y que tiene cerca de 30 kilómetros de diámetro.
Ironías
La puesta en funcionamiento del artefacto se interrumpió varias veces incluso por causas absolutamente irónicas como que un pajarito soltó un pedazo de pan en un agujerito que interfirió el funcionamiento de un dispositivo y cosas así.
Un pajarito humilde e inofensivo que pudiendo haber soltado la miga en cualquier otro lado, justo vino y lo hizo en un puntito insignificante en donde había una posibilidad entre un millón de que lo hiciera ahí.
Justito ahí. Ironías. Los científicos sabrán cómo empezó todo pero no sabrán jamás por qué el pajarito vino a soltar una miga de pan ahí. No sólo de pan vive el Hombre.
Es cierto que la mente ha alcanzado índices de desarrollo extraordinarios. Claro que nos fueron entregados talentos y en su momento nos pedirán cuentas acerca de qué hicimos con ellos.
La mente del hombre cobró un vuelo inusitado pero a veces luego de tantas ironías como el pajarito de la miga retorna un bumerán con un mensaje que hay que saber interpretar.
Vuelos suspendidos
En estos días, en Europa en donde el mundo científico que cobró vuelo ha estado invocando a Dios en sentido irónico, se produjo un acontecimiento en que hubo que perder altura y millones de personas debieron sufrir en los aeropuertos, en donde los portentos de la ciencia aeronáutica quedaron sin poder levantar vuelo.
Todo el mundo en tierra. Ningún avión, prodigio de la inteligencia del hombre, volando.
Unos 30 mil vuelos interrumpidos y pérdidas superiores a los 1.500 millones de euros porque las “máquinas del hombre” no sirven.
De nada valió la inteligencia del hombre para crear artefactos aceleradores no de partículas sino de pasajeros porque había polvo de feldespato y cuarzo en el ambiente, proveniente de un volcán ardiendo en territorio helado de Islandia.
Un polvo que llevado por el viento pudo haberse dirigido hacia el Atlántico o hacia el Polo, no, por alguna razón que los científicos han de preguntarse, justo se dirigió hacia el corazón de Europa para afectar las rutas aéreas y poner tinieblas ahí donde los científicos se equiparan a Dios. Tinieblas.
Cuánta ironía en ese polvo que emergió de las entrañas de la Tierra donde también colocaron el LHC. De polvo vinimos y al polvo volveremos. ¿Signo de los tiempos?
Cuanta ironía en investigar cómo comenzó todo sin percatarse de que hay un signo de cómo puede terminar todo, en fuego y en cenizas.
Qué ironía.
PRIMER AGREGADO
Se pronostica alta actividad volcánica
en Islandia por los próximos 60 años
Mientras los responsables del LHC buscan saber cómo comenzó todo, otros científicos vulcanólogos advierten que el problema de la hiperactividad volcánica, sólo ha comenzado en Europa.
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