Chicos de un jardín de infantes dan clases al lado de un yuyal. Un sanatorio sobre la Avenida Mariscal López, atiende a sus pacientes al lado de un criadero de mosquitos ¿Por qué tienen escaso peso las recomendaciones de limpieza de terrenos baldíos para prevenir la expansión del dengue? Si decimos que la nuestra es una sociedad eminentemente solidaria y que la solidaridad y la hospitalidad atenuaron el impacto de horas difíciles de nuestra historia ¿por qué no se cumple ese principio y falta tino en nuestra actitud contra el dengue?
Una de las ciudades más limpias del Continente Americano es Mendoza (Argentina). No hay papelitos de caramelos, ni bolsas de polietileno en las veredas. Todo reluce y llama la atención del turista paraguayo que va a Chile y queda ahí a hacer una escala. Invariablemente surge la curiosidad de cómo lograron ese sentido de responsabilidad social y de solidaridad tan profundo y global.
Y uno se sorprende de lo sencillo que es todo. Hay problemas de agua en la ciudad que se organizó para construir acequias que distribuyen el vital líquido del Río Mendoza que baja de los Andes y la idea es mantener limpia la vía pública para mantener limpias las acequias. Si estas se ensucian y se contaminan, sufre la ciudadanía.
Y nos preguntamos nosotros copiando a los mendocinos por qué no funciona del mismo modo la conducta ciudadana asuncena. El razonamiento sería que si no elimináramos los yuyales fomentaríamos la cría de mosquitos que impulsarán una epidemia de dengue que afectaría terriblemente a la ciudad. El razonamiento es impecable pero el comportamiento asunceno, pésimo.
Hay un ingrediente que falta ¿Cómo hicieron los mendocinos para ser tan conscientes y cívicamente maduros? “No crea que somos muy diferentes al resto de los argentinos” nos dice una señora y añade “se establecieron multas muy elevadas para los que ensuciaban la ciudad y no mantenían limpias sus veredas. Fue duro al comienzo pero aprendimos”.
La explicación entonces está en que los mendocinos tienten autoridades conscientes de su rol y asumen seriamente el ejercicio de sus funciones. Dictan normas y las hacen cumplir y cuando en los actos en que asumen sus mandatos dicen: “Juro cumplir y hacer cumplir las leyes y si así no lo hiciere, Dios y la Patria me lo demanden”, no lo hacen por mero formalismo.
Implica entonces que aquí cuando las autoridades recomiendan limpiar los terrenos baldíos para evitar una epidemia grave, no saben aplicar sanciones para los que no cumplen las normas. O tal vez, por falta de estatura moral –porque las autoridades no son las primeras en dar ejemplos de civismo- no se animan a aplicar sanciones por temor a que les digan ¿pero cómo pretenden aplicar sanciones por no cumplimiento de normas si ustedes pisotean la Constitución y las Leyes? Lo concreto es que no nos acercamos de este modo hacia el propósito de ser un país serio.
En esta perspectiva, si levantamos la mirada a lo que está aconteciendo al más alto nivel, vemos que hay una propuesta del Poder Ejecutivo para instaurar un diálogo con la oposición. Los opositores dicen que no se puede dialogar con un Ejecutivo que pisotea las leyes y está terciando la Iglesia Católica. Recomienda a los opositores aceptar la invitación a dialogar pero exige que el Presidente de la República Nicanor Duarte Frutos pida perdón a la República por haber violado la Constitución.Y es tan poco lo que se le pide porque en países en serio le harían un juicio político para separarlo del cargo. Aquí sólo se le pide un acto de contrición. A ver si el Presidente de la República da el primer paso y es lo minimamente serio que se le pide que sea.
Una de las ciudades más limpias del Continente Americano es Mendoza (Argentina). No hay papelitos de caramelos, ni bolsas de polietileno en las veredas. Todo reluce y llama la atención del turista paraguayo que va a Chile y queda ahí a hacer una escala. Invariablemente surge la curiosidad de cómo lograron ese sentido de responsabilidad social y de solidaridad tan profundo y global.
Y uno se sorprende de lo sencillo que es todo. Hay problemas de agua en la ciudad que se organizó para construir acequias que distribuyen el vital líquido del Río Mendoza que baja de los Andes y la idea es mantener limpia la vía pública para mantener limpias las acequias. Si estas se ensucian y se contaminan, sufre la ciudadanía.
Y nos preguntamos nosotros copiando a los mendocinos por qué no funciona del mismo modo la conducta ciudadana asuncena. El razonamiento sería que si no elimináramos los yuyales fomentaríamos la cría de mosquitos que impulsarán una epidemia de dengue que afectaría terriblemente a la ciudad. El razonamiento es impecable pero el comportamiento asunceno, pésimo.
Hay un ingrediente que falta ¿Cómo hicieron los mendocinos para ser tan conscientes y cívicamente maduros? “No crea que somos muy diferentes al resto de los argentinos” nos dice una señora y añade “se establecieron multas muy elevadas para los que ensuciaban la ciudad y no mantenían limpias sus veredas. Fue duro al comienzo pero aprendimos”.
La explicación entonces está en que los mendocinos tienten autoridades conscientes de su rol y asumen seriamente el ejercicio de sus funciones. Dictan normas y las hacen cumplir y cuando en los actos en que asumen sus mandatos dicen: “Juro cumplir y hacer cumplir las leyes y si así no lo hiciere, Dios y la Patria me lo demanden”, no lo hacen por mero formalismo.
Implica entonces que aquí cuando las autoridades recomiendan limpiar los terrenos baldíos para evitar una epidemia grave, no saben aplicar sanciones para los que no cumplen las normas. O tal vez, por falta de estatura moral –porque las autoridades no son las primeras en dar ejemplos de civismo- no se animan a aplicar sanciones por temor a que les digan ¿pero cómo pretenden aplicar sanciones por no cumplimiento de normas si ustedes pisotean la Constitución y las Leyes? Lo concreto es que no nos acercamos de este modo hacia el propósito de ser un país serio.
En esta perspectiva, si levantamos la mirada a lo que está aconteciendo al más alto nivel, vemos que hay una propuesta del Poder Ejecutivo para instaurar un diálogo con la oposición. Los opositores dicen que no se puede dialogar con un Ejecutivo que pisotea las leyes y está terciando la Iglesia Católica. Recomienda a los opositores aceptar la invitación a dialogar pero exige que el Presidente de la República Nicanor Duarte Frutos pida perdón a la República por haber violado la Constitución.Y es tan poco lo que se le pide porque en países en serio le harían un juicio político para separarlo del cargo. Aquí sólo se le pide un acto de contrición. A ver si el Presidente de la República da el primer paso y es lo minimamente serio que se le pide que sea.
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