lunes, abril 17, 2006

Sociedad civil protesta con paro carnívoro

Feijoao con arroz blanco, ensalada de poroto con mbejú, sopa paraguaya con ensalada mixta, tortillitas de acelga con verduras encurtidas; polenta con batata. El vegetarianismo de protesta se viene en el Paraguay y es parte de un pálido pero prometedor y saludable rechazo al descomunal encarecimiento de los cortes de la carne. La convocatoria es a dejar de ser carnívoros entre el 2 y el 4 de mayo y esta manifestación culinaria, de paso será un golpe temporal pero golpe al fin, a los triglicéridos, el colesterol y la hipertensión.

Apoyemos. La campaña –de sólo tres días de duración- es encabezada por la Asociación de Usuarios y Consumidores del Paraguay (ASUCOP) y la Coordinadora de Amas de Casa del Paraguay (CODACP) pero debería tener de inmediato el apoyo de las más conocidas cocineras paraguayas para que inculquen un recetario razonable a base de vegetales, aptos para el paladar y convincentes para el estómago.
No sea que la ciudadanía protestante, extremadamente dependiente del bife y los riñones, se acobarde de inmediato y traicione la causa que es noble por donde se la mire.
Lo ideal es que más allá de la protesta coyuntural y pasajera, la población paraguaya descubra opciones interesantes que pueda incorporar a su rutina alimentaria y se instalen variantes importantes no ya en términos económicos solamente sino que también sanitarios ya que la colesterolémia y la hipertensión, dos problemas endémicos en Paraguay tienen su soporte en la dependencia de la carne y sobre todo los lípidos.
La protesta pasa y las costumbres deben quedar. Nos referimos a la recurrencia a un mayor índice de vegetales en la dieta cotidiana para hacerla sostenible desde una perspectiva monetaria y de salud pública.

El maltrato inmisericorde a los animales
A los efectos de estimular a plegarse a la protesta contra los precios altos de la carne y de paso contribuir a diversificar el sustento alimenticio paraguayo hemos encontrado en internet algunas fórmulas alternativas. A propósito, señalemos que vamos a dar un respiro a los animales destinados al consumo humano que desde luego viven vidas miserables si tomamos en cuenta que no se respetan sus necesidades más básicas ni sus derechos como criaturas de Dios.
Todos los días nos encontramos con camiones “trans ganados” en los que los novillos sufren malos tratos en medio de condiciones deplorables de hacinamiento total para obtener de ellos el máximo rendimiento posible.
Cuando el maltrato, la ansiedad, la tensión y la crueldad con que son tratados en los mataderos los convierte en animales inválidos deben esperar todavía que la muerte llegue a poner fin a sus sufrimientos.
Los animales son comúnmente golpeados con bastones que descargan toques eléctricos de elevado voltaje para forzarlos a moverse en medio de sanguinarios padecimientos . Hemos visto que las aves son colgadas vivas para proceder a la mutilación y sangrado sin ningún tipo de anestesia. Los pollos, descartados para la producción de huevos, son faenados en lúgubres depósitos metálicos en los que mueren de asfixia luego de luchar denodadamente por sus vidas y aún conscientes, las aves son decapitadas en serie.
Son argumentos que encontramos en la red para disuadir a los fanáticos de la carne y se comenta jocosamente una tira del inolvidable Quino en la que Felipe justamente aniquila cualquier deseo de sus amigos de deglutir carne de ave cuando comenta compungido: “acabo de ver un cadáver de pollo en la nevera”. Todo sea por que el paro carnívoro sea amplio.
¿Será exitoso?
Ya las autoridades, los ganaderos y los supermercaderes están analizando alternativas. Es el primer éxito de la convocatoria. A más largo plazo es difícil pensar en resultados sustentables. Sería como pretender bajar el precio del petróleo con actitudes así. Se puede paralizar a la humanidad toda pero no es sustentable. Probablemente el precio del petroleo baje en los días de parálisis.
Por eso decimos que esta medida de fuerza debe ser aprovechada para incoporar nuevas recetas, cambiar la rutina. Si el mercado externo paga mejor precio, no hay manera de obligar a los productores a vender carne más barata si la pueden colocar a mejor precio. Pero la vida es posible con menos carne. Y es más saludable también. Lo sosstenible en este tema, no pasa por pretender que los ganaderos sean obsequiosos sino por el lado de buscar como consumidores, nuevas y mejores alternativas y, de meros carnívoros, pasar a ser omnívoros.

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