martes, abril 25, 2006

Emprendedor social despierta un cambio inédito en el olvidado Chaco paraguayo

Anton Neufeld es un emprendedor social ¿Y qué es lo que emprende? Rescata -con paciencia y empuje- el talento adormecido de gente que se siente desvalorizada y marginada y logra proyectar a 900 familias hacia su desarrollo sostenible.
Es dificil narrar lo que ha logrado este líder civil al activar fuerzas creativas donde imperaba el derrotismo, pero sin complejos nos animamos a decir que en el más descarnado de los casos, ha transformado abigeos en prósperos empresarios.
Acaba de viajar a Córdoba (Argentina) para exponer su experiencia.

Mennonita, proveniente de una sociedad cerrada en si misma, integrante de un quinteto de lideres sociales de esa comunidad que han desarrollado un modelo exitoso de cooperación con sus vecinos y de los que vamos a contar aquí sus historias, Anton encarna al hombre que rompe barreras y reconoce que su fe cristiana está en el origen de su gestión.
Su espíritu de projimidad lo llevó a levantar la mirada hacia su entorno de indígenas y criollos con los que comparte vecindad en lo que vendría a ser el “Far West” paraguayo: el Chaco.
“No tiene sentido vivir sin compartir. No es correcto tener las manos cerradas hacia uno. Es mi misión ayudar a otros para que puedan ayudarse” comenta poco antes de abordar el avión y recuerda a sus padres que le inculcaron el amor al semejante.

Isla de prosperidad en un mar de pobreza
No encontró justa la realidad que aún hoy le toca vivir, la de una sociedad próspera rodeada de comunidades empobrecidas.
En el Chaco paraguayo hay un enclave de sociedad industrial -(mennonitas de origen germano, organizados en las más poderosas cooperativas productivas del país) con tasas de ingreso per capita anual de entre 6 y 7 mil dólares- rodeado de poblaciones indígenas y criollas con ingresos que muchas veces no superan los 300 dolares per cápita por año.
Es más, probablemente en ese Chaco se encuentra el último grupo silvícola del planeta que no ha entablado aún contacto con el hombre blanco.
Las últimas familias de la tribu Ayoreo que por sus costumbres, pertenecen a la edad de piedra. Así tenemos en un mismo espacio geográfico y en un mismo momento histórico, sociedades industriales conviviendo con sociedades cazadoras y recolectoras. Realidad singular.

Des envolver para desenvolver
En este contexto, el esfuerzo de Anton, apunta a buscar mayor equidad y encara una acción incluyente.
Es duro, admite, pero ahí está buscando talentos entre comunidades marginadas y expone muy gráficamente que “para desenvolver a esas comunidades, primero hay que des envolverlas”.
No trata de dar pescado sino que enseña a pescar. Notó con pena que muchos pobres se veían obligados a apropiarse de bienes ajenos porque no veían opciones.
Y razonó que planear un acto de abigeato y ejecutarlo, requería de visión y capacidad de gestión. Exigía cuidar detalles que garantizarían el éxito.
Pero si había una capacidad de gestión para hacer el mal, el desafío era reciclar mentalmente a la gente para utilizar hacia el bien esa capacidad de acción. Y empezó su tarea de buscar un nuevo amanecer para comunidades marfginadas.
Denominó “Japay” (despertemos) a su emprendimiento. Trabaja con personas, muchas de las que no conocían un zapato pero que han tenido un crecimiento social y económico considerable desde que -asociado a AVINA- empezó el proceso 5 años atrás. Hace hincapié en la reconversión mental; en vencer el fatalismo de “soy pobre y no puedo”.
Anton, ha logrado que buena parte de las 900 familias, hoy socias de Japay, conformaran una cooperativa de productores lácteos cuyo negocio es la extracción de leche para su industrialización en las plantas mennonitas y su posterior exportación.

El cambio es posible
En el 2005, una cooperativa que se organizó en una de las comunidades chaqueñas con Japay, generó rentas transparentes por alrededor de 2 mil millones de guaraníes, unos 340 mil dólares y realiza negocios prósperos con comunidades mennonitas de las que antes, algunos de los nuevos microempresarios, eran azote.
El negocio de transformar gente para que cada una se sienta útil, es extremadamente rentable para la sociedad y el país aunque escasean los inversionistas en este negocio que hoy engloba lo que se denomina Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y que es un rol novedoso y necesario que deben cumplir los hombres de negocios.
Se redujo el índice de delincuencia en la zona que quiere decir, se respeta el patrimonio ajeno. “Cuando la gente trabaja y genera sus propios recursos no tiene razones para pensar en actividades negativas. Es gente ocupada que se organiza y entre ellos mismos hay control", dice.
"En Campo Aceval tenemos más de 40 mil reses y cuando empezamos a trabajar había 28 mil cabezas y en Santa Cecilia tenemos un poco más de 18 mil reses, el doble de lo que se había registrado antes” comenta Neufeld.
Reconoce que no todo es aumento de producción sino que también reses que estaban “en negro” (de origen dudoso o no declaradas) se fueron transparentando en base a un adecuado registro para exportación de leche y carne por vía de las una de las cooperativas mennonitas.
El que antes era un marginado, hoy es un proveedor del mercado global.
El proceso requiere paciencia, dedicación, convicción, un liderazgo sano. En otras zonas del país como en el Departamento de San Pedro, hubo ganaderos que recurrieron a otro método. Contrataron pistolero para defender su patrimonio y al aplicarse la ley del más rápido, hubo muertos en ambos bandos.
“Eso no es sustentable. Lo sustentable es ayudar a los vecinos a descubrir sus potencialidades y a hacer negocios para que puedan vivir de su propio esfuerzo” puntualiza Anton.

Un logro significativo e histórico
Hace unos días, le brillaron los ojos a este líder social, cuando una maestra rompió en llantos en un acto en el que se presentaba como escritora de un libro para sus alumnos “Mi Patria, el Chaco”.
Una docente por cuya mente jamás pasó ni más remotamente la idea de contribuir a hacer un libro con materiales elaborados a partir de su propia vivencia y de la vida en su comunidad, estaba confirmando su enorme valía personal, su gran potencial.
Para facilitar el aprendizaje de lectura y la comprensión lectora de niños a los que se les enseñaban las primeras letras con textos sobre Babilonia, la marsopa y el guepardo cuando su realidad era de jakares, chanchos monteses, gente de a caballo y mugidos -con la ayuda de Mirtha López de "La Casa del Maestro- preparó pacientemente los textos, junto a otros colegas.

Un libro escrito en el Chaco!!!
Y Anton tuvo la serenidad y sabiduría para hacerles ver a esos docentes chaqueños que tenían toda la capacidad necesaria para producir un libro y aquel día del lanzamiento palpaban el libro recién retirado de la imprenta y que aún olía a tinta, como no creyendo que lo habían hecho.
Se preparó el solemne acto de lanzamiento del material didáctico y una de las portavoces del grupo quiso expresar elocuentemente su triunfo y lo hizo. A la primera palabra en que recordaba a sus niños, prorrumpió en un llanto que significaba “lo logré!!” y que nos conmovió profundamente a todos los que estábamos ahí.
Son explosiones de emoción constructiva y Anton poco antes de volar hacia Córdoba me dice que esa es una remuneración emocional incomparable “porque es grandiosa esa experiencia de una maestra que de sentirse desvalorizada y limitada, un día se proyecta de un modo inédito y se imbuye de una autoestima que ahora se convierte en su gran fortaleza”.
Es así porque esa educadora, apenas se repuso y sin secarse las lágrimas, desafió a los que ahí estaban presentes, entre ellos el gobernador del Departamento de Presidente Hayes, a que busquen recursos porque ella y sus compañeros van a escribir por lo menos tres libros más para alumnos de toda la primaria de las escuelas del Chaco.
Del modo imperativo y convincente en que se expresó, no habrá quien los pare ¿Cómo hará Neufeld para financiar ese arranque de creatividad y entusiasmo? "Lo voy a pensar durante el viaje" dice sonriente y nos despedimos.

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