domingo, abril 30, 2006

Trabajadores del país agrícola-ganadero, se quedan sin asado para festejar su día

Allá va el asado
Si en el 2000 Paraguay exportó carnes por valor de 70 millones de dólares, el año pasado había cuadruplicado ese monto y el comportamiento de las exportaciones en el primer trimestre de este año indican que las cifras irán mejorando. Los ganaderos bailan en una baldosa porque los precios de la carne se globalizan pero los consumidores protestan porque sus salarios se provincianizan y el excelente negocio de unos, implica la alteración de pautas alimentarias de la mayoría.
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Lo concreto es que hasta hace unos años, el 1 de mayo era el día que marcaba el pico histórico de consumo de carne en nuestro país. Las empresas organizaban asados para el personal y su familia y la ciudad se llenaba de ese inconfundible aroma a carne asada.
Eso, hoy es parte de la historia. Negocios son negocios y el país necesitado de generación de divisas, encuentra una coyuntura favorable en el mercado mundial y exporta carne como nunca.
Pilas y pilas de contenedores refrigerados esperan turnos en los puertos para ser estibados en las bodegas de buques y los cargamentos van a Rusia, Colombia, Chile entre otros mercados. Son los mejores cortes que en las carnicerías y supermercados se han vuelto prohibitivos.
El gobierno pretende bajar a golpes los precios locales que responden a una dinámica diferente. Saben los gobernantes que no van a lograr resultados perdurables por ese lado pero al menos, esa lucha sin éxito posible permite a los políticos un “cuarto de hora de populismo discursivo” lo que quiere decir proyectar la imagen de hombres preocupados por la suerte de los consumidores, contra la “angurria de los empresarios insensibles”.
Sabemos que los sentimientos están demás donde mandan los precios. Y cuando vemos que el Gobierno busca recursos para financiar el aumento de los rebaños ganaderos en nuestro país, de lo que debemos estar seguros es que lo que apoya es que el negocio de la exportación de carnes siga aumentando, más que pensar en la reducción de los precios par el consumidor interno.
Y está bien que el país exporte cada vez más porque eso genera divisas pero, seriamente corresponde estudiar alternativas. No decimos volver al gallinero casero como en tiempos de nuestras abuelas, aunque curiosamente cuando circulamos por barrios asuncenos, alguna gallina despistada va cruzando la calle en señal de que resurgen costumbres de crianza de aves de corral por impulso de las circunstancias.
Los criaderos de conejos están aumentando en la periferia asuncena y en la Expo 2005 mostraron los enormes avances que han registrado. Ellos creen que el futuro de los paraguayos como carnívoros, está en los conejos que no necesitan de mucho espacio para ser criados. Tienen menos colesterol además de un alto índice de reproducción y una piel tan apreciada que buena parte de la utilidad estriba en su pelaje más que en la carne lo que quiere decir probable menor precio para el alimento.
Habrá que considerar opciones que incluyan a conejos, patos, gansos y otras alternativas de ganadería menor para resolver el problema mayor. No vale aferrarnos a pretensiones imposibles y es bueno plegarse al paro carnívoro convocado por ASUCOP y la Asociación de Amas de Casa para llamar la atención sobre los hechos que hoy nos preocupan, pero sobre todo, para estudiar salidas viables y no meramente románticas o politiqueras.
Aunque tenemos todas las condiciones de ser un país vegetariano, culturalmente la sociedad no está amoldada a esa perspectiva y los estudios de la FAO y otros organismos, indican que puede demorar por lo menos 20 años que una sociedad termine de cambiar sus hábitos alimentarios. Son procesos muy lentos. Aunque muy rápidamente los festejos del Día del Trabajador, han pasado del asado al “sanguchito” de tomates y lechugas.
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