La pasión es un sentimiento de gran intensidad que impulsa a una persona a lograr un propósito fundamental. Si coincidimos en esta definición de pasión en el sentido laboral, podemos coincidir también en que ese fue el sentimiento que llevó a Paz Encina a realizar una película en un país que no es peliculero pero todavía más, ir a Cannes y recibir el premio de la Federación Intgernacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESI) por su película "La Hamaca Paraguaya". Convicción en lo que hacía, liderazgo y pasión fueron valores indispensables en que estribó su propósito.Paz es en estos días una de las personas más entrevistadas en Asunción. No vimos la película y parece que tendremos que esperar hasta setiembre -sería criminal que los piratas ofrezcan copias a menos de 2 dólares en las esquinas- para disfrutar de la historia hablada totalmente en guaraní, en medio de bellisimas imágenes según dicen los críticos italianos, franceses, argentinos, españoles que ya la vieron.
La acción del filme transcurre en 1935 y es la historia de un padre y una madre que, día tras día, esperan que su hijo regrese de la guerra del Chaco que nos enfrentó a Bolivia.
"El primero cree que va a llegar, la segunda no, y ellos están en un ritual, en algo que ocurre todos los días de la misma manera, y se levantan, se sientan, dicen lo mismo todo el tiempo", explica Encina, hija de un ex exiliado político, que un día vio su fe "diluida", pero que hoy vuelve a ser "católica practicante".
"Hamaca Paraguaya" fue rodada en lugares muy vírgenes todavía de Paraguay, y el escenario es prácticamente el natural, de ahí viene parte de su belleza, expresan los críticos.
La cineasta paraguaya dice que apenas hubo cambios en el vestuario. No se usaron blancos, porque brillaban mucho, y la indumentaria fue bañada en te para darle un sepiado, un color de tierra. Es un triunfo de Paz porque sería una irreverencia hablar aquí de "gran triunfo del cine paraguayo".
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