Resistencia Ciudadana no nació como un poder político sino como un contrapoder del poder político. Se elaboraron dos mensajes claros nomás en torno a los cuales se logró reunir la más grande multitud cívica no arreada de los últimos años para protestar: 1- Nicanor, dedicate a gobernar en favor de la nación y no de un proyecto de perpetuación y; 2- Que se vayan los ministros corruptos de la Corte Suprema. Lo que Monseñor Fernando Lugo logró en aquella histórica noche del 29 de marzo fue lo que el filósofo colombiano Bernardo Toro dijo en Asunción hace dos semanas para referirse a un fenómeno así: convergencia de intereses. Logró ser la "síntesis de la contradicción" al proyectar confianza en obreros, amas de casa, indígenas, barriobajeros, socios del Cente (no todos), desempleados, profesionales exitosos, profesionales fracasados, etc. Esa convergencia lograda es un capital que la oposición busca utilizar.
Los partidos políticos de oposición ya tienen resuelto quien es el candidato y más que eso, van a elaborar una Ley de Concertación para administrar de un modo más organizado las cuótas de poder que tendrán que dividirse. La historia y el modo de actuar de los partidos nos habilitan a pensar que lo que se proyecta es legislar para la partidocracia, más que para la democracia.
Ellos piensan en una concertación política y a nosotros nos gustaría hablar más de una concertación social o una concertación nacional, más allá de los partidos porque si es lo primero, significa que va a acontecer algo que puede resumirse en Lugo al gobierno, la oposición al poder (con lo que dejará de ser oposición) pero quiere decir que Lugo podría ser prisionero de un sistema dominado por los partidos.
En suma, la concertación para gobernar debe abarcar más allá de los partidos, en función de un proyecto nacional. El Nuncio que apenas descendió del avión soltó la lengua mucho más de la cuenta e inmediatamente se llamó a un prudente y muy sabio silencio, dijo una verdad. No hay líderes presidenciables en los partidos políticos opositores que, no pueden dejar pasar esta oportunidad para disfrutar las mieles del poder.
El tema es que los ciudadanos no podemos dejar escapar esta oportunidad para lograr que si Lugo acepta, siga siendo en el gobierno la excelente síntesis de contradicción que hoy es, vale decir capaz de inspirar confianza en que se respetará el derecho humano de los más variados sectores de la sociedad.
Nicanor y ninguno de los últimos presidentes, nunca fueron síntesis de la contradicción. No lograron la convergencia de intereses que permite a un jefe de Estado, decir hacia aquí vamos y todos le siguen. Conste que tenemos que admitir que Nicanor empezó con un gran capital político que lo fue dilapidando, paso a paso, tropezón a tropezón, por méritos propios. Si Lugo acepta, debe ser en función de un proyecto-país.
Si Lugo acepta, no implica que debe morir Resistencia Ciudadana. Al contrario, debe cobrar vida en otro modo de actuar. Será el momento de convocar al gran capital intelectual y moral que tienen las organizaciones de la sociedad civil a fin de elaborar los puntos fundamentales que deben ser tomados en cuenta para que la democracia paraguaya pegue el salto que nos logre posicionar en otra instancia capaz de disparar el deseado desarrollo sostenible.
Si Lugo acepta, no tiene que ser para cambiar a un tendotá (voz guaraní: guía, líder) malo por un tendotá bueno nomás.Y si por razones culturales que todavía no podemos vencer porque "así nomás luego somos los paraguayos" que el tendotismo de Lugo, sea moderno. Que sea efectivamente un guía en base a propósitos trazados y no alguien que desea "mandar" porque confunde la función de mandatario quien en realidad es el que recibe un mandato.
Si Lugo acepta.
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