Marcha campesina
La Iglesia Católica siempre manejó de un modo débil el concepto de la “mala distribución de la riqueza”. Hace unos años hubo un acercamiento entre pensadores del sector empresarial y los obispos paraguayos para analizar el concepto y si bien no sirvió para acercar posiciones, resultó interesante por la riqueza de los argumentos.
Los obispos dejaban entrever el criterio de que hay pobres porque hay ricos que concentran los bienes en su poder y que solucionarían el problema cediendo parte de su riqueza a los pobres para equilibrar la balanza e instalar una sociedad más justa.
Eso era aplicable a la tenencia de la tierra, dejaban entrever algunos empresarios pero no al concepto de riqueza en un aspecto más genérico.
Recuerdo que uno de los hombres de negocios propuso hacer un ejercicio mental en el sentido de lo que expresaban los prelados y puso cifras al valor de todas las viviendas, de todas las tierras, de todo el ganado, las industrias, los vehículos que hay en el Paraguay.
Se calculó un monto para los efectos pedagógicos del ejercicio y se dividió el valor global por la cantidad de habitantes que había en el país.
Hecha la división, a cada uno le correspondía algo así como 10 millones de guaraníes, lo que hoy por hoy vendrían a ser 2 mil dólares.
Los obispos se miraron unos a otros, los empresarios también. El resultado es que teníamos por obra del realismo mágico, una población igualitaria en términos económicos.
El problema surgió cuando alguien advirtió que en menos de 10 años esa situación cambiaría y todo volvería al estado anterior de concentración de riquezas en pocas manos porque iban a surgir los comerciantes natos, los magos de los negocios de un lado y del otro los torpes, los que venden sus bienes ante la primera oportunidad sin saber muy bien para que, los incapaces de hacer buenos negocios y etc, etc.
Se reinstauraría entonces el debate sobre la mala distribución de la riqueza.
El punto que entonces plantearon los empresarios fue que no se trata de que exista una mala distribución de la riqueza sino que la mala distribución del emprendedurismo, la mala distribución de la educación o tal vez la mala distribución de la capacidad de generar riqueza.
Hay 30 mil productores de sésamo que se consideran víctimas de los exportadores o como lo dirían los obispos, un claro ejemplo de mala distribución. No. Absolutamente no.
Tan sólo 14 mil menonitas en el Chaco, conformaron las más poderosas cooperativas productoras, industrializadoras y exportadoras del Paraguay. Qué esperan los productores de sésamo para armar una poderosa cooperativa que se encargue de procesar y comercializar lo que producen.
La mala distribución de la limosna
Les conviene más por lo visto cerrar rutas y pedir dádivas al gobierno y que todos los contribuyentes les demos de comer por 6 meses generando una mala distribución de limosnas.
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