viernes, marzo 27, 2009

Colegas periodistas: Superemos el impúdico ejercicio de presionar a los jueces

Que yo recuerde, nunca un juicio que involucró a un periodista en Paraguay se llevó a cabo sin el acoso del gremio y las empresas periodísticas al Juez.
En todos los casos que conozco y de los que tengo memoria el juez fue vilipendiado y presionado para declarar inocente al periodista. Hay como una pretensión de hacer valer preconcepto indestructible de que el periodista siempre es inocente. Y que conste que todos los días los periodistas cometemos errores pero insisto, siempre se le busca hacer “el corralito” al juez.

En tiempos de Stroessner en que se aplicaba el concepto de “para los amigos todo, para los enemigos la Ley” no quedaba otra porque las leyes estaban hechas a la medida del dictador que disponía de la famosa Ley 209 de Defensa de la Paz Pública y del Decreto de Estado de Sitio.
Como el país vivía una situación de falso “peligro inminente” siempre, Stroessner se reservaba poderes especiales ante los que los periodistas no teníamos ni derechos ni garantías.
Tal como hace el perro en actitud preventiva, gruñíamos y de inmediato las agencias noticiosas lanzaban una alerta internacional en caso de peligro para los periodistas. Era la única defensa que teníamos.

Claro que cometíamos errores
Y claro que cometíamos errores los periodistas. En ausencia de información oficial abusábamos de los trascendidos. Las informaciones se originaban “en una fuente bien informada”, “en medios que nos merecen fe”, “trascendió en los corrillos políticos”. Mimetizábamos nuestra propia opinión disfrazándola de “en opinión de observadores internacionales”.
El punto a nuestro favor era que todo estaba tan podrido que a donde apuntábamos, dábamos en el blanco. “Ahí donde apretabas, saltaba el pus”.

Los tiempos han cambiado
Hoy hay más información disponible. Sólo hay que buscarla. Hoy se requiere de más trabajo de investigación e interpretación pero como no hay tiempo, muchas veces a partir de una labor previa inconclusa se lanzan publicaciones con enfoques “irrebatibles”.
Es decir, se toman posiciones aún sin haber agotado las averiguaciones “total si alguien se molesta, tiene la opción de escribir una carta al director y listo”.
Los comentarios editoriales tienen que cerrarse a determinada hora sin tenerse muchas veces toda la información para sustentar una opinión que sin embargo aparece con conceptos concluyentes. Eso no es justo, no es “moralmente correcto”
“Y si un juez quiere bajarnos la caña……”, bueno, ya saben ustedes que viene el corralito del gremio periodístico.
Marchas con pancartas acusando al juez de retrógrado y corrupto y presentándolo como enarbolador de las banderas de la censura favorable a las mafias. Queremos ser intocables y sabemos que eso no es lo correcto pero mientras se pueda, avanti.
Además están las entrevistas selectivas de personas preseleccionadas que atacan al juez. Nunca entrevistas aleatorias con algunas de ellas “contra la corriente”. Digámoslo claramente: esto es impúdico.
No conozco un caso que involucrara a un periodista que no se haya manejado de ese modo. Los periodistas somos prepotentes y queremos llevarlo todo por delante. Que nadie se interponga en nuestro camino.

Y quien soy yo para decir esto
Comencé siendo reportero, luego fui cronista, columnista, jefe de página, secretario de redacción, jefe de redacción, editor general en prensa escrita. Fui conductor de programas periodísticos radiales, presentador de televisión.
Abc color, Hoy, NOTICIAS, La Opinión, Canal 13, Radio Cardinal, La Opinión y otros medios me tuvieron en sus planteles. Y si volviera a los medios, me gustaría hacerlo como “Ombudsman”, como defensor del lector, una función que permite contribuir a un relacionamiento amigable entre la sala de redacción y los usuarios de un medio porque ayuda a la redacción a ser más cuidadosa y al lector a ser más crítico.
Soy socio fundador del Sindicato de Periodistas del Paraguay y me creo con la obligación moral de decir basta señores colegas con la presión a los jueces. Es inmoral, carece de ética.
Fomentemos la autocrítica y que la defensa de colegas con problemas judiciales, sea encarada como todo el mundo lo hace en un Estado de Derecho.

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