Ya ocurrió cuando la crisis del petróleo de los ochenta y ahora está volviendo. Nos referimos al debate entre industriales e importadores. Los primeros que piden tratamiento preferencial para abastecer el mercado interno y los segundos, libertad para incorporar al país productos extranjeros. El telón de fondo es la crisis financiera internacional y cada uno trata de salir fortalecido de la situación.
El debate es interesante pero lo que ocurre es que se trata de una discusión de intereses entre dos grupos que están peleando por el negocio aunque cada uno invoca a su favor los intereses del ciudadano por los que dicen luchar con sus mejores afanes.
Los importadores como los industriales manifiestan que lo que en realidad defienden es el bienestar del ciudadano, del consumidor.
Explican más o menos que la esencia de sus intereses radica en el acendrado amor al prójimo y que el propósito fundamental de su actividad es el bienestar y por poco, la encarnación del mandamiento de Dios: amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Y todos sabemos que no es tanto así pero el debate se ha reiniciado fuertemente porque la torta de la economía se ha achicado y creció el número de comensales.
Es fácil saber lo que ocurre en circunstancias así. La gente se abre paso a codazos porque rige el “sálvese quien pueda” y los más intrépidos ganarán.
Un claro ejemplo de lo que va a acontecer en el ámbito económico, puede usted saber anticipadamente leyendo lo que aquí hemos descrito acerca de una curiosa merienda durante un seminario-taller. Haga clic aquí.
El debate entre importadores e industriales apunta a que las políticas públicas sean beneficiosas para sus intereses. Lo que finalmente no ocurre es que del debate participen los ciudadanos porque lamentablemente así como existen el Centro de Importadores del Paraguay y la Unión Industrial Paraguaya, no hay una Confederación Paraguaya de Ciudadanos.
Es cierto que los gremios de trabajadores existen pero tienen una escasa visión de perspectiva y hoy están más interesados en el ajuste salarial que en ver los riesgos del contexto.
Por qué la industria
De todos modos, considerando su potencial como generador de mano de obra en un escenario de elevado índice de desempleados, no podemos estar sino a favor de los intereses de la industria nacional donde existen verdaderos Quijotes que arremeten una y otra vez contra molinos de viento, generan mano de obra y luchan desigualmente contra el contrabando y se empecinan con enormes desventajas en afianzar una oportunidad para ubicar la leyenda “Made in Paraguay” en algún nicho del mercado global.
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