Despista a sus propios seguidores. Raro mérito del Presidente de la República. Es difícil saber lo que realmente quiere por sus marchas y contramarchas. Aún es confiable para un gran sector de la ciudadanía pero hasta sus propios aliados buscan desmarcarse de algunas de sus actuaciones a fin de no ser arrastrados por el desconcierto que genera.
Uno de los grandes problemas que se creó a si mismo surgió cuando confundiendo a sus propios asesores, dejó entreabierta la posibilidad de pelear por su reelección –nunca se había hablado del tema- diciendo que esa es una cuestión que va a decidir la ciudadanía.
Desde entonces sus adversarios lo atacan más duramente porque el propósito es destruir la figura fernandina, desgastarlo al máximo, cerrarle toda posibilidad de continuismo. Aquella fue una inoportunisima declaración.
Ahora, con el tema del coronel Lorenzo Benítez Liseras, el jefe de Estado concreta otro gol en contra. Suponiendo que tenga razón, erró los procedimientos. Actuó de un modo “mbaretepe” (prepotenteando) que ya no deseamos, estamos hartos de ese estilo.
Si era explicable, lo hubiera explicado
Tomó una decisión que no se entendió desde el principio y desde el principio prefirió jugar a las escondidas y dando pistas para entender lo que había decidido, sin dar la cara.
Más sorprendente aún, cuando lo recomendable era un comunicado de prensa que buscara esclarecer la razón de la decisión, nada se aportó. El equipo de prensa presidencial guardó silencio y no sabemos si por orden o porque sus miembros quedaron estupefactos y sin capacidad de reaccionar. Sólo hubo silencio.
La historia del coronel que fue a un punto en Paraguay pero por una tormenta aterrizó de emergencia en la Argentina podría ser absolutamente cierta. Yo tengo una experiencia en tal sentido. Veníamos de Itaipú a Asunción con un equipo periodístico del diario HOY, entre otros junto a Ramón Casco actual jefe de economía de abc color y el reportero gráfico Jhony Capdevila más otros dos colegas, cuando ingresamos a una descomunal tormenta.
Sin posibilidad de contacto con la torre de control por el bloqueo de las comunicaciones causado por tormentas eléctricas, deambulamos en medio de rayos, granizos y ventarrones buscando un lugar para aterrizar.
Todas las pistas que elegíamos estaban anegadas e impracticables hasta que ya francamente en situación de pánico, encontramos un espacio para bajar y lo hicimos en medio de una grandiosa bendición porque lo que parecía una mancha sin pasto en el suelo, era un takurú (hormiguero) que el piloto Reyes sorteó in extremis.
Habíamos bajado en San Pedro del Paraná, a más de 200 kilómetros de nuestra ruta.
Pero con relación al coronel Benítez Liseras, se saltaron los modos transparentes para que la decisión de Lugo tuviera apoyo. El coronel dio pautas de lo que pasó y esas pautas pueden ser corroboradas.
Se puede saber si aquel día efectivamente hubo tormenta en su ruta aérea y se puede hablar con la familia Penzo en cuyas tierras aterrizó.
Lugo actuó por vericuetos paralelos y hasta el gran soporte político que tiene, su ministro del Interior, hizo declaraciones dejando claro que no estaba de acuerdo con la decisión del Presidente en un repetido gesto democrático de desavenencia dentro del mismisimo círculo áulico.
¿Por qué actúa así el Presidente, firmando decretos y escondiendo la mano?
Es fundamental que rinda cuentas de sus actos. Es lo que prometió y es lo que queríamos.
Es bueno que lo recuerde.
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