miércoles, marzo 01, 2006

FUNDECA lleva a campesinos pobres a ser proveedores del mercado global

La creación de una pujante comercializadora solidaria que trabaja con más de 4 mil familias rurales y elimina las perversas intermediaciones entre el productor rural y el consumidor final que acogotan la economía campesina, es la esencia de Fundación para el Desarrollo Campesino (FUNDECA). Al gestionar nuevos mercados, negociar mejor los precios y organizar con eficiencia un proceso que sigue los principios del comercio justo, genera una revolución económica y social de gran proyección que ha convertido a partir del 2005 a campesinos, antes olvidados y sumidos en una profunda pobreza, en exportadores de rubros agrícolas.

La iniciativa surgió en 1994 en el seno de varias organizaciones de la sociedad civil que trabajaban con campesinos, recuerda el líder del emprendimiento el Padre Oriol Gelpí. El problema a resolver radicaba en que los campesinos malvendían sus productos a comerciantes (macateros) que los expoliaban de un lado pagándoles precios bajísimos y del otro, suministrándoles productos de primera necesidad a precios exorbitantes.
La idea de romper ese esquema perverso, mediante una poderosa organización que gestionara de antemano los mercados para una producción mejor organizada y al trabajar con mayor volumen de producción, obtuviera los mejores precios posibles, fue cobrando forma. Se trataba de salir a competir en el mercado puro y duro pero con valores del comercio justo sostiene el doctor Daniel Campos, vice director de FUNDECA.
Vale decir, los campesinos debían capacitarse para organizarse mejor y producir mejor. Había que incorporar el concepto de calidad y competitividad al esfuerzo productivo.
En 1997, doce ONGs conformaron la federación de desarrollo rural Tekokatú. No había financiamiento para aplicar el modelo ideado pero en ese momento el Padre Gelpí entró en contacto con AVINA y gracias a una donación de 15 mil dólares se creó la Fundación para el Desarrollo Campesino (FUNDECA) que inició sus actividades en setiembre de ese año.
Se alquiló un local –el H-15- del Mercado de Abasto de Asunción, se obtuvo un crédito de alrededor de 15 mil dólares de la Fundación Paraguaya de Cooperación y Desarrollo para capital operativo y FUNDECA inició la compra de productos elaborados por los campesinos con los que trabajaban las distintas ONGs que sustentaban la organización. Los precios, a partir de entonces empezaron a mejorar y también la vida de 4 mil familias en 8 de los 17 departamentos del país.
El campesino entrega su producto y recibe inmediatamente su paga de FUNDECA que ya tiene contactos con cadenas de almacenes, supermercados y otros comercios donde coloca la producción pero percibe en diferido a 60 y hasta a 90 días. De este modo, el dinero siempre es insuficiente para FUNDECA que no puede crecer en la medida de las perspectivas del mercado, por esta debilidad.
No es fácil, dice Gelpí porque se planea la producción y comercialización según la disponibilidad de hectáreas. Un campesino dice tener 3 hectáreas cultivables pero uno va, mide y encuentra sólo 2,4 hectáreas y ahí donde debieron sembrarse 60 mil plantas de maíz, uno encuentra sólo 35 mil.
Nada es automático. Todo requiere de un minucioso acompañamiento y en esta gimnasia de comprar al mejor precio lo que necesitan, vender al mejor precio lo que producen y aliarse con otros para aumentar volumen y obtener ventajas los campesinos van aprendiendo a ser más eficientes, van aprendiendo a asociarse y cuando se asocian, la visión va cobrando altura.
Así, los campesinos históricamente víctimas del individualismo, están aprendiendo a planear en forma colectiva la compra de semillas, su cultivo, la cosecha y fundamentalmente la venta con un significativo aumento de la renta. Aprenden a competir, a ser mejores y a elevar su calidad de vida.

Un paso histórico
Los campesinos asociados al sistema dieron este año un paso histórico con la concreción de la primera exportación de más de 1.000 toneladas de sésamo a Holanda, Alemania y Estados Unidos de América. “Sufrimos mucho porque financiar esa exportación requería de un dinero que no tenemos (US$ 750 mil-Gs. 4.500 millones).
Hubo que esperar que llegaran los contenedores a destino para cobrar y pagar a los productores” explicó Gelpí y describió la dureza de la situación para campesinos que no pueden esperar dos o tres meses para cobrar por carecer de resto económico.
Pero además, por falta de experiencia, hubo improvisaciones que costaron caro. “Un cargamento llegó en mal estado por errores cometidos por nosotros y nos multaron con 40 mil dólares. Errores que costaron horrores pero tuvimos que pagar. Hicimos dos seminarios con los productores para explicar las falencias y que entendieran las enormes dificultades de competir en el mercado internacional pero comprendieron y aceptaron el desafío. Eso es muy positivo. Exportar es otra cosa. Tenemos que ser muy eficientes y para el próximo año no vamos a planear nada desmedido. Estamos hablando de exportar entre 1.000 y 1.500 toneladas, pero vamos a hacerlo bien y vamos a crecer en la medida de nuestras posibilidades y no de las posibilidades del mercado, porque nos falta capital y este año nuestro aprendizaje fue costoso. Si crecemos según nuestras posibilidades, el aprendizaje será menos costoso”.
Pese a la problemática primera experiencia exportadora, FUNDECA no oculta su satisfacción de haber convertido a campesinos pobres y abandonados a su suerte, en exportadores y en menos de un lustro. No quedan dudas que el futuro está en el mercado global “porque para tener una idea con el sésamo, el mercado interno paga 2.800 guaraníes por kilo y el mercado internacional 74 centavos de dólar por kilo (4.500 guaraníes).
Los importadores holandeses ya estuvieron en Asunción para concretar compras el próximo año. “Aunque les fallamos, nos multaron, pagamos la multa y entendieron que somos serios” dice Gelpí. Esta vez no será sólo sésamo porque se abre el mercado para el poroto también. A nivel regional, comenzó la exportación de banana y piña. Se avanza en los contactos con la Red Latinoamericana de Comercialización Comunitaria-RELACC.
La visión de FUNDECA -dice el doctor Campos- es posicionarse como empresa líder en el mercado nacional y el MERCOSUR, en la promoción y venta de los productos agroecológicos campesinos de sello ecosolidario y orgánico.
Los socios campesinos abrieron su visión. Al obtener mejores ingresos y cubrir sus necesidades básicas, piensan en otras necesidades. Tienen inquietudes sobre su comunidad, el gobierno local, la educación de sus hijos. Hay construcción de ciudadanía pues conocen sus derechos, sus obligaciones y se insertan de un modo diferente en sus comunidades y van desarrollando el concepto de liderazgo.
He ahí el gran valor del esfuerzo que no está centrado en el dinero. Gelpí, sacerdote jesuita, es claro al señalar que “si se antepone el dinero a los valores de la organización, la producción, el planeamiento, la calidad, la competitividad, la ética, los procesos terminan mal”.
“Está en marcha un cambio cultural y estos procesos son lentos porque se trata de formar capital social. Pasar de una cultura individualista a otra asociativista, lleva por lo menos 15 años de trabajo paciente” puntualiza el líder de FUNDECA y compara “nosotros hemos estudiado por lo menos 18 años. Muchos de ellos apenas 3. Si a nosotros nos llevó 18 años aprender, ese es el tiempo que lleva este proceso. No hay manera de apresurarlo y hay que ser pacientes, ir ajustando los detalles y respetar los tiempos”.
Al recordar los inicios del emprendimiento, subraya que el apoyo de AVINA ha tenido una importancia incalculable “porque los 15 mil dólares que nos dio, hizo posible iniciar el negocio que está cambiando la vida de 4 mil familias. Esa ayuda nos permitió hacer funcionar la oficina durante un año y a partir de ahí pudimos consolidarnos.

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1 comentario:

  1. No pueden poner un link para ir a donde hay más información. Parece demasiado bueno para ser verdad.

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