Un tema como la contaminación de los ríos internacionales, nos debería llevar a los representantes de la sociedad civil a tener una visión más amplia y global para encarar acciones conducentes, más allá de capítulos puntuales. Las acciones inconexas pueden ser heroicas y valiosas pero también, pueden enviar mensajes contradictorios si no forman parte de un enfoque más abarcante. Podemos ensayar paracaidismo de protesta en el Río Uruguay pero si ignoramos lo que acontece en el Río Paraná, aquello corre el riesgo de quedar hasta como una acción instrumentalizada por intereses políticos.
Cuando los manifestantes de Greenpeace llamaron la atención sobre los riesgos ambientales de la instalación de dos industrias papeleras sobre el Río Uruguay en la frontera uruguayo-argentina, resultó interesante que representantes de la sociedad civil aparecieran en escena para instalar una preocupación legítima en un escenario en el que más bien se discutían perfiles socioeconómicos y legales, aspectos que tienen que ver con geoeconomía y geopolítica, la validez de los acuerdos de integración.
¡Bravo!
Con su peculiar estilo, Greenpeace atrajo la atención internacional sobre un tema que comenzó a convertirse además en un escándalo político y diplomático, entre tanto surgían declaraciones de idas y venidas con relación a la tecnología de punta que se utilizaría en las dos plantas y que las mismas serían presuntamente ambientalmente amigables.
Pero en ese torbellino de informaciones, protestas y descargos, de improviso desde las costas paraguayas surgió la voz de que hay papeleras argentinas que desde hace años contaminan el Río Paraná ¿Cómo?
Si. El Instituto de Desarrollo y Economía Ambiental (IDEA), representante de la sociedad civil paraguaya planteó el tema y la SEAM llevó el asunto a instancias bilaterales con la Argentina.
A pesar de que se había incorporado a la discusión un elemento nuevo que debió replantear la preocupación sobre la contaminación de las papeleras y romperse la exclusividad de foco sobre el tema uruguayo-argentino y Greenpeace, abordar el asunto desde una óptica más amplia, coherente y enviar sus paracaidistas, hombres rana y aladeltistas hacia el Paraná, no se movieron desde el Río Uruguay. Al menos, hasta ahora, aunque mermó en sus reclamos.
Mientras se aguarda que Greenpeace tenga una filial en Paraguay que venga a mirar paraguayamente la contaminación porque su filial de Argentina se preocupa sólo argentinamente de los riesgos de contaminación, hagamos fuerzas porque el gobierno paraguayo recuerde al gobierno argentino los compromisos que tiene, de controlar que las industrias que operan en su territorio no contaminen los ríos internacionales como el Paraná, tal como se preocupa de que las industrias que van a operar en territorio uruguayo, no contaminen el Río Uruguay.
Que la paz sea verde más allá de nuestras fronteras, pero fundamentalmente dentro de las nuestras ¿no?
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Las papeleras trajeron otro tema al tapete: Las grandes inversiones industriales en el MERCOSUR, deben ser sólo para Brasil y Argentina, se plantea Luis Campos en su columna del Diario La Nación de Paraguay. Lea más>>
El diario abc color de Asunción se hace eco de la hipocresía que rodea al tema de la presunta preocupación política por la contaminación de las papeleras. Lea más>>
Debe cerrarse. Así dijo de la papelera argentina que contamina el Paraná, el ministro paraguayo del ambiente en abc color. Lea más>>
Cuando los manifestantes de Greenpeace llamaron la atención sobre los riesgos ambientales de la instalación de dos industrias papeleras sobre el Río Uruguay en la frontera uruguayo-argentina, resultó interesante que representantes de la sociedad civil aparecieran en escena para instalar una preocupación legítima en un escenario en el que más bien se discutían perfiles socioeconómicos y legales, aspectos que tienen que ver con geoeconomía y geopolítica, la validez de los acuerdos de integración.
¡Bravo!
Con su peculiar estilo, Greenpeace atrajo la atención internacional sobre un tema que comenzó a convertirse además en un escándalo político y diplomático, entre tanto surgían declaraciones de idas y venidas con relación a la tecnología de punta que se utilizaría en las dos plantas y que las mismas serían presuntamente ambientalmente amigables.
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A pesar de que se había incorporado a la discusión un elemento nuevo que debió replantear la preocupación sobre la contaminación de las papeleras y romperse la exclusividad de foco sobre el tema uruguayo-argentino y Greenpeace, abordar el asunto desde una óptica más amplia, coherente y enviar sus paracaidistas, hombres rana y aladeltistas hacia el Paraná, no se movieron desde el Río Uruguay. Al menos, hasta ahora, aunque mermó en sus reclamos.
Mientras se aguarda que Greenpeace tenga una filial en Paraguay que venga a mirar paraguayamente la contaminación porque su filial de Argentina se preocupa sólo argentinamente de los riesgos de contaminación, hagamos fuerzas porque el gobierno paraguayo recuerde al gobierno argentino los compromisos que tiene, de controlar que las industrias que operan en su territorio no contaminen los ríos internacionales como el Paraná, tal como se preocupa de que las industrias que van a operar en territorio uruguayo, no contaminen el Río Uruguay.
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Que se investigue. Cancillería paraguaya pide a la Argentina, investigar contaminación. Lea más>>
Criticas contra COMIP. Lea más>>
(*)Foto: argentina.indymedia.org
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