miércoles, mayo 03, 2006

Prensa paraguaya: Caín es el título de tapa y Jesús, apenas merece 10 líneas en la página 47


Si la prensa paraguaya tuviera que editar la Biblia, Caín sería portada y Jesús quedaría marginado a un texto de 15 líneas en la página 47. Un tsunami de catastrofismo invade páginas, pantallas, espacios radiales en que se matan personas que luego se reviven y rematan en una sorprendente sucesión en la que el respeto al público y a los parientes de las víctimas queda bajo escombros de irresponsabilidad.
Hay que celebrar entonces que surjan iniciativas como el Foro de Periodistas Paraguayos para encaminar procesos de autocrítica y analizar los rumbos en un escenario de sin sentidos y contrasentidos en que en plena Semana Santa paraguaya, Satanás es el protagonista.

¿Quién dispuso que lo morboso atrae más que lo tierno? ¿Los lectores o los periodistas? No sabemos de donde salió que lo negativo es noticia de primera y lo positivo, de segunda.
Sin embargo, cuando sólo lo malo es noticiable, la sociedad termina dando la espalda a pequeños y grandes prodigios cuya difusión mejoraría la calidad de vida porque devolvería la ilusión que se ha perdido. Mantendría la esperanza.
Hoy es el día internacional de la libertad de expresión. Que bueno sería que en los medios paren un rato y dediquen por lo menos unos minutos a la reflexión de cómo están ejerciendo las libertades.
Porque exigen –como corresponde desde luego- un comportamiento ético de jueces y políticos pero con dolosa comodidad, eluden el compromiso de elaborar un código de ética que los ubique a la vanguardia porque lo que reclaman de los demás, no tiene el sustento coherente en el propio comportamiento. Palo para los demás porque los periodistas somos todos buenos.
Imperfecto pero soberbio, el periodismo paraguayo no suele tener dificultades en violar la privacidad de las personas o en condenar antes que un juez.
Cuando la víctima recurre a la justicia para buscar una reparación, se hará causa común para presionar a convalidar el atropello porque de lo contrario, quien juzga el caso será apuntado con el dedo acusador como retrógrado que pretende cercenar la libertad de expresión.
Y cuando personas que con sólidas argumentaciones advierten sobre las extralimitaciones de la prensa, de inmediato surgirán las condenas contra “otro más que pretende enseñarnos a hacer periodismo”.
Páginas coloridas en papel ilustración se destinan para los que tienen el “mérito” de trasnochar y emborracharse. Para ellos, gratuitamente se reserva los mejores lugares y sus rostros son proyectados como los exitosos de la sociedad.
Los comunicadores del chisme tienen espacios nobles que se retacea a los que producen, inventan, innovan.
Los que tratan de labrar mejores días para sus semejantes muchas veces deben deambular por las redacciones, mendigando un humilde espacio para que sus iniciativas ganen la luz o peor aún, deben pagar los espacios o conformarse con lugares sobrantes en las páginas fúnebres porque felizmente, ese día, la insuficiente cantidad de avisos mortuorios dejó algunas líneas para la generosidad.
No se trata, obviamente, de caer en el absurdo de responsabilizar a los hombres de prensa por las noticias lamentables que se deben transmitir o por los panoramas desalentadores que se ven obligados a describir. Pero tampoco, se trata sólo de condenar al villano. Es justo distinguir al bueno.

Enhorabuena
Celebremos que haya surgido el Foro de Periodistas Paraguayos, una nueva iniciativa entre comunicadores conscientes para abrir un espacio de autocrítica y encaminar el delicado trabajo por el lado de la capacitación, la ética y la seriedad.
Cuando hablamos de autocrítica lo que estamos sugiriendo es que evaluemos con la máxima honestidad nuestro propio trabajo a fin de establecer si estamos incurriendo directa o indirectamente en alguno de los vicios que deforman y desnaturalizan el noble oficio.
El sensacionalismo, la mercantilización de la información, la utilización de medios ilegales y hasta perversos para obtener una supuesta noticia, la vocación por el escándalo con olvido del respeto que merece la dignidad de todo ser humano, el incumplimiento de los principios que obligan a confirmar la veracidad de una información antes de difundirla, la frivolidad en el tratamiento de cuestiones de gravísima repercusión social, la violación a menudo delictuosa de la intimidad de las personas, la exacerbación maliciosa de los ánimos en el despliegue de temas que generan violencia o son causa de disolución social, la tendencia a alentar los resentimientos o los enconos que puedan existir entre distintos sectores de la población.
Los medios son protagonistas importantes de la vida pública y no son una isla de inocentes en medio de un mar de culpables.
Enfrentan una crisis de credibilidad pero de igual modo hacia ellos existe una sobrevaloración social. Esto debe llevar a una reflexión en medio de la crisis que vive el país.
Es inimaginable una solución de los grandes problemas nacionales en circunstancias como las que vivimos, en que Satanás es portada en plena Semana Santa, los escándalos de las modelos se graduan de prioridad nacional y los medios con mayor presencia defienden agendas ocultas.
Debe cobrar vigencia el viejo concepto de un periodismo serio, riguroso, honesto y justo. Felizmente hay medios y periodistas dispuestos a emprender el desafío, conscientes de que cada vez son más sentidos los síntomas de la decadencia.
Reflexionemos.


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1 comentario:

  1. Es cierto el caso de la chica que murió tres veces. Primero dijeron que murió, luego que los restos no eran de ella. Luego se dijo que los restos eran de ella, luego que no estaba confirmado y finalmente se terminaron los estudios de adn. Nadie quiso esperar el adn. Especularon, se adelantaron y mataron y revivieron, mataron y revivieron y mataron a la tipa con todo el sufrimiento que eso significò para su mamà.

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